[7] La semejanza de ambos sepulcros demuestra que ambos fueron realizados al mismo tiempo o con «poquísima diferencia», según Ricardo del Arco y Garay.
[20] Y cabe la posibilidad, como apuntó Sánchez Ameijeiras, de que el sepulcro hubiera sido labrado por entalladores, ya que estos profesionales se dedicaban tanto a la escultura como a la pintura en esa época.
[46] Tanto la cubierta o tapa como la caja sepulcral están adornados con relieves, esculpidos a finales del siglo XIII, en los que las escenas se van sucediendo, insertas en una serie de arquillos lobulados, entre los que aparecen torrecillas almenadas intercaladas, desde las que un grupo de personas aparecen contemplando las escenas que se desarrollan a sus pies:[47][48] Como se ha indicado, la secuencia representada en el sepulcro arranca con el infante recostado en su lecho de muerte y finaliza mostrando las oraciones finales por su alma, pero el cortejo fúnebre es, como señaló Pérez Monzón, el verdadero protagonista de la obra,[51] pues llegó a afirmar que:[9] Sobre la tapa del sepulcro aparece colocada la estatua yacente que representa al infante Felipe de Castilla.
[54] La cabeza del infante Felipe reposa sobre tres almohadones, y aparece cubierta con un bonete.
[5][52] El manto lleva una cenefa en la que aparecen los motivos heráldicos del infante Felipe, castillos y águilas.
[48][58] En total, en el sepulcro aparecen esculpidos 45 escudos, de los que 23 son las armas del infante, mientras que los 22 restantes son los de la Orden del Temple, cuyo emblema es una cruz roja.
[52] En el borde exterior de la tapa aparecen esculpidos otros 42 escudos, veintiuno en los que aparecen los motivos heráldicos del infante, y otros veintiuno con la cruz roja de los templarios.
[52] El sepulcro del infante descansa sobre cuatro leones y dos bichas,[52] y en la cabecera de la tapa del sepulcro aparece esculpida una inscripción en latín, que carece de algunos fragmentos, y cuya traducción al castellano vendría a ser:[37][52][58][5][59][i] El epitafio del infante, como subrayó Pérez Monzón, destacó su condición de hijo del rey Fernando III al tiempo que omitía mencionar a su hermano, el rey Alfonso X, terminando con una petición de oraciones por el alma del difunto.