[2] Aunque esto no tuvo consecuencias prácticas en cuanto a su aplicación, fue un gesto para indicar que la situación surgida del pacto de las grandes potencias se consideraba temporal.
[4][1] Si bien británicos e italianos se mostraron dispuestos a conceder la garantía prometida, Alemania evitó todo compromiso y Francia trató de postergar su participación en el nuevo sistema de seguridad checoslovaco.
[5] Tras la aceptación del ultimátum muniqués, el Gobierno del general Syrový tuvo que ceder mil setecientos kilómetros cuadrados de Silesia a Polonia, un territorio con población polaca pero también con ciento treinta y cinco mil habitantes checos.
[9] Italia, por su parte, no deseaba comprometerse sin contar con el acuerdo de Berlín, que se negaba a firmar una garantía conjunta y deseaba que Praga se limitase a depender de ella.
[13][14] Los Acuerdos de Múnich trazaron una nueva frontera que no acabó con las minorías: en las tierras cedidas a Alemania había territorios puramente checos.
[17] La dirección de la política exterior del país quedó en manos de un oportunista, el nuevo ministro František Chvalkovský, que había establecido buenas relaciones con los italianos que pensaba podría emplear para mejorar las relaciones con Alemania.
[18] De inmediato tras conocer su nombramiento, cuando aún se hallaba en Roma, Chvalkovský solicitó una entrevista con Ribbentrop y con Hitler, que obtuvo.
[19] El nuevo ministro de Asuntos Exteriores aseguró a los alemanes que Checoslovaquia no tenía nada en común con Francia y que se disponía a mudar por completo la política exterior de la república.
[20] En noviembre se anuló la misión militar francesa, que había llegado a Checoslovaquia en 1919.
[21] El mes anterior, una delegación polaca acudió a Praga para tratar de mejorar la relación entre los dos países, objetivo importante para los polacos, que ya consideraban inevitable un conflicto con Alemania; la misión fracasó.
[2] Por su parte, los ministros eslovacos llevaban a cabo sus propias relaciones exteriores, sin contar con el Gobierno de Praga.
[34] El 14 de diciembre, Beran solicitó al Parlamento plenos poderes durante dos años, que le fueron concedidos.
[34] El 18 de diciembre se celebraron las primeras elecciones a la Dieta autónoma eslovaca.
[33] A los comicios, no democráticos, se presentó una lista única que recibió el 99 % de los votos.
[22][7] La gran pérdida de territorios y población no produjo una crisis económica notable.
[31] Checoslovaquia perdió en torno al 40 % de su capacidad industrial, en especial en industria ligera.
[7] Tanto los principales cereales como la cabaña ganadera y muchas de las industrias no sufrieron pérdidas que impidiesen el abastecimiento del país.
[39][40] La buena disposición inicial de británicos y franceses a conceder empréstitos cambió además rápidamente: los países creían que la nueva Checo-Eslovaquia quedaría pronto totalmente dominada por Alemania y el dinero que prestasen acabaría finalmente controlado por esta.
[42] En los meses que siguieron a los Acuerdos de Múnich, Alemania prefirió, sin embargo, favorecer la autonomía eslovaca a tener que sostener una nueva república independiente, sin descartar empero esta posibilidad para el futuro.
[42][43][44] Los alemanes se limitaron a adoptar una posición vaga frente a los contactos con los representantes eslovacos hasta la visita del ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco en enero de 1939, sin comprometerse.
[49] Francia y el Reino Unido, excluidas del arbitraje, no protestaron.
[56] Pese a que los mandatarios eslovacos propendían cada vez más a la independencia, no deseaban proclamarla de inmediato y el 6 de marzo emitieron un comunicado en el que se mostraban satisfechos con la autonomía.
[58] Para presionar a los eslovacos, el gobernador de Austria, Arthur Seyß-Inquart, acudió a Bratislava el 7 de marzo y recomendó abandonar toda moderación y proclamar la independencia.
[62] El cambio de Gobierno se hizo sin apenas resistencia y con escasa violencia; las autoridades detuvieron a los principales opositores eslovacos.
[63] La presidencia del Gobierno autonómico pasó a Karol Sidor, que la aceptó con condiciones.
[63] El 13 de marzo, Tiso se entrevistó con Hitler en Berlín, quien le ofreció respaldar la independencia eslovaca; la Dieta autonómica la proclamó al día siguiente.