Los Sudetes, localizados en la frontera checa con Alemania y Austria, detrás de las montañas del mismo nombre, habían estado poblados por alemanes étnicos desde el siglo XIII, los alemanes de los Sudetes.
Las potencias occidentales, Reino Unido y Francia, establecieron contactos diplomáticos con Alemania para evitar la guerra, cediendo en casi todos los campos.
El gobierno checoslovaco de Edvard Beneš no estuvo presente en las negociaciones de Múnich, y aunque contaba con un ejército moderno, Beneš rehusó ir a la guerra sin apoyo francés y británico.
El premier británico, Neville Chamberlain regresó eufórico a Inglaterra, clamando haber garantizado la paz en Europa por muchos años más, no obstante, suele aceptarse que Hitler jamás pensó cumplir el acuerdo firmado.
Allí, Hitler y Göring lo amenazaron con bombardear Praga a menos que el ejército checoslovaco se rindiera.
[1] El Protectorado de Bohemia y Moravia fue colocado bajo la supervisión del Reichsprotektor, Freiherr Konstantin von Neurath.
Los partidos políticos fueron prohibidos, y los dirigentes comunistas tuvieron que escapar hacia la Unión Soviética para evitar ser arrestados.
Al iniciarse la II Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, la población del Protectorado fue sumada al esfuerzo industrial armamentista alemán, y fueron creadas oficinas especiales que supervisarían la industria bélica.
La educación secundaria quedó severamente restringida a la capacitación en ocupaciones manuales para los checos, estimulando así que la juventud se dedicase sólo a las funciones útiles para la maquinaria de guerra nazi.
En el año 1941 Reinhard Heydrich fue nombrado Reichsprotektor de Bohemia y Moravia, para sustituir a Konstantin von Neurath (considerado «demasiado benévolo hacia los checos», según Hitler).
En el Protectorado, toda industria que no estuviera ligada a la guerra fue prohibida, mientras las actividades económicas que aún se permitían estaban dirigidas y controladas estrictamente por los alemanes, debiendo los checos justificar la utilidad bélica de sus actividades para no ser deportados a Alemania en calidad de trabajadores forzados.
Durante la ocupación alemana se cree que murieron asesinados entre 36 000 y 55 000 checos.