Se dice que la nana cuando salió al patio y se dio cuenta de que la higuera tenía nuevos brotes exclamó: “¡Felipillo es santo, Felipillo es santo!”.
Su padre lo envió a Manila en Filipinas, para que se dedicara al comercio.
Allí encontró una vida mundana que lo deslumbró, sin embargo al poco tiempo reconsideró su vocación (sus amigos lo abandonaron cuando se quedó sin dinero) y regresó con los franciscanos de Manila.
Ante el ofrecimiento de terminar sus estudios en México para ordenarse sacerdote, Felipe se embarcó con otros frailes, pero una tormenta desvió el barco hacia Japón, donde los franciscanos se dedicaron a hacer misión, la cual tuvo al principio mucho éxito, pero al poco tiempo se desencadenó la persecución de Toyotomi Hideyoshi “Taikōsama” contra los cristianos.
Básicamente, temía que los otros daimio (señores feudales) se enriquecieran al comerciar con los extranjeros, amenazando su creciente poder.
Felipe, que no había sido ordenado sacerdote aún, pudo haber evitado los tormentos y la prisión, pero optó libremente por la misma suerte que corrieron los misioneros.
Lamento los años que perdí buscando mis apetitos, egoísta y disipado.
Lamento no haber vuelto a México, aun cuando apenas fuese un día; pero volveré.
Su veneración incluye una misa anual el día 5 de febrero y la renovación del juramento.
Iniciando el rodaje ese mismo, con Ernesto Alonso como el personaje central, acompañado de Rita Macedo y Julio Villarreal.