Posteriormente con la aprobación del papa Adriano VI llegaron diversos grupos religiosos (franciscanos, dominicos, mercedarios, etc.) con la misión de imponer con los recursos y métodos necesarios el catolicismo a los pobladores.
[4] La historia en este periodos de la Iglesia es bastante compleja, y no debe resumirse a la simple presencia impuesta por los europeos.
Para aclararlo, pero se pueden ennumerar varios aspectos: Finalmente, fue un proceso gradual (ver Historia de la Iglesia católica en México).
Durante la presidencia del general Álvaro Obregón (1920–1924) y bajo las administraciones posteriores hasta 1935, México enfrentó desafíos importantes ya que esta era trajo importantes insurrecciones militares que solo contribuyeron a empeorar las luchas internas de la nación, como se hizo evidente en la Guerra Cristera.
Sin embargo, al mismo tiempo que el conflicto, el gobierno mexicano buscó desarrollar una relación más sólida con Estados Unidos y ganar buena voluntad.
[6] La guerra puso de relieve las profundas divisiones dentro de la sociedad mexicana, así como una división entre la propia Iglesia católica, mostrando la brecha entre quienes apoyaron la rebelión y quienes optaron por el silencio o el cumplimiento del Estado.