Tres de esas traducciones, la Romana, la Gallicana y la Iuxta Hebraicum, tradicionalmente han sido atribuidas a San Jerónimo, el autor de la Vulgata; otras dos, la Piana y la Nova Vulgata, se hicieron en el siglo XX.
Muchas de esas traducciones son bastante similares entre sí, especialmente en el estilo.
Esta traducción es llamada también Psalterium Vetus y Salterio de la Biblia Latina Antigua.
Su estilo peculiar ha sobrevivido durante siglos en la liturgia, y ha servido para reconstruir la Hexapla.
Su texto fue rescatado a partir de versiones impresas en el siglo XVI por orden del cardenal Cisneros,[8] junto con un misal[9] e himnario litúrgico.
[11] Se ve en su correspondencia, sobre todo en la Epístola 106, que estaba familiarizado con el texto del salterio, sin admitir, en cambio, haberlo trabajado.
Persistió, no obstante, en Inglaterra hasta la conquista normanda y en la Basílica de San Pedro, y se empleaban algunos pasajes en la Basílica de San Marcos desde por lo menos 1609 hasta 1807.
Se sigue empleando, no obstante, en monasterios y en el catolicismo tradicionalista.
Se conoce informalmente como el Salterio Hebraico, a pesar de estar en latín.
[18] Este salterio formaba parte de la Biblia hasta las reformas de Alcuino, vinculadas a la liturgia carolingia: Alcuino sustituyó la versión hebraica por otra empleada entonces en la Galia: la que se conocería después como Versio Gallicana.
[20][21][22] Es una traducción del hebreo, y se empleó un latín más clásico que eclesiástico.