Cuando el papa Gregorio I, a fines del siglo VI, cambió, reorganizó y amplió a toda la Iglesia católica el rito romano, la liturgia ambrosiana, dado la gran importancia y el peso de la Iglesia en Milán, logró sobrevivir a la supresión de los ritos occidentales menores.
Su legitimidad se mantuvo con el Concilio de Trento, y debe tenerse en cuenta que el entonces papa Pío IV era milanés y que el alma del concilio fue el obispo de Milán san Carlos Borromeo.
Otras diferencias son la ausencia del Agnus Dei y la triple invocación Kyrie eleison en la celebración de los ritos.
La forma de incensar ambrosiana es per ductum et tractum, es decir, haciendo rotar primero el incensario (ductus) y luego empujando hacia adelante (tractus) hacia la persona o cosa que se va a bendecir, de modo que los "dibujos" que describe el humo del incienso presentan forma de cruz.
Hay otras diferencias que afectan a los ornamentos litúrgicos y su color: Originalmente el rito ambrosiano tenía una muy amplia difusión, en todo el norte de Italia hasta el sur de Bolonia.