Ricardo Catarineu

Ya adulto nos recordará Ricardo J., que desde bien pequeño intervenía como actor en las funciones teatrales que para los niños se organizaban en los colegios de las diversas capitales españolas por donde vivió la familia en razón de la profesión del padre.

Asiste ya a todo tipo de eventos literarios, certámenes y tertulias poéticas con amigos afines.

Conoce en ella al portorriqueño José de Diego[1]​, un compañero con el que compartirá amoríos adolescentes e inquietudes literarias.

Aquí terminará Derecho, (una carrera que nunca ejercería), y aquí, en la capital de España desarrollará Ricardo José toda su obra literaria, poética y periodística, especializada en crítica teatral.

Entre los colaboradores figuran a lo largo de los quince números poetas como Rafael Torromé, Manuel del Palacio, Salvador Rueda, Campoamor, Joaquín Dicenta, Vicente Barrantes, Latorre, G. Sánchez, Joaquín E.

Vemos a Ricardo J. Catarineu por 1895 en la tertulia de La Pecera colaborando en la revista que lleva el mismo nombre.

Rozando el siglo XX, Ricardo J. Catarineu ya ha conocido a los escritores y poetas pioneros en España.

Alas habló de Toute la lyre[5]​ con un entusiasmo solo comparable a su buen gusto.

Caramanchel contribuyó en Madrid con otros muy pocos críticos compañeros a que la crítica teatral, ejercida hasta entonces, de manera genérica por gacetilleros, fuese elevada a la categoría de especialidad periodística.

No debe resultar desdeñable que Ricardo Baroja, citase a Caramanchel por delante de otros excelentes críticos como Saint-Aubín o Laserna.

Posteriormente las ediciones nocturnas sacaron por la mañana temprano, casi todos en primera página, la triste noticia: “Catarineu ha muerto”.

[8]​ En esta biblioteca también se hallan ubicadas algunas obras originales de Ricardo J. Catarineu.

Existen asimismo prólogos de Ricardo J. Catarineu editados en las obras completas de autores importantes (Eusebio Blasco, Villaespesa), ubicados en la Biblioteca Nacional de España, donde igualmente (como en otros muchos archivos y hemerotecas nacionales) se encuentran muchas publicaciones con sus trabajos, unos bien catalogados; otros, no registrados, se encuentran a veces con el seudónimo "Caramanchel" diseminados por diversas publicaciones.

Todo el libro de Catarineu está escrito en este idioma.....etc." Y el diario Las Provincias de Valencia escribe, refiriéndose al Catarineu poeta: "Pero había otro aspecto en su personalidad que le hacía aún más simpático, porque ante todo Catarineu era un poeta inspiradísimo, lleno de ternura; un notable poeta y un admirable versificador.

Clarín, tan huraño, no fue para él parco en elogios al prologar su libro Giraldillas.” La firma de Caramanchel bajo una crónica teatral llevó implícita una garantía de seriedad y exactitud, y fue famosa en todo el Madrid de un tiempo en que decir teatro en Madrid era decir teatro en España.

Si como poeta mereció portadas en algunas revistas importantes con su propia imagen dibujada por los caricaturistas en boga, también como crítico teatral la frágil figura física pero bigotuda de Caramanchel se hace acreedora a fotos y caricaturas en los diarios más importantes de Madrid.

Perteneció Ricardo Catarineu, de facto a lo que se llamó generación del 98.

Su actitud, su amistad con los regeneracionistas, su identidad con los valores propuestos, su relación, incluso epistolar con Pérez Galdós, Unamuno o Benavente así lo demuestra.

En esa foto figuran, entre otros, Antonio Paso, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Palomero, Luis Bello, Bargiela, los hermanos Álvarez Quintero, el crítico teatral Gabaldón, Azorín, Ricardo J. Catarineu, Cristóbal de Castro, Eduardo Zamacois, Abati, Francos Rodríguez, Emilio Mario (Hijo) Jacinto Benavente, Enrique García Álvarez y así otros más, hasta completar veinticuatro nombres.

Un columnista del diario porteño, a la muerte de Catarineu escribe desde Buenos Aires en “La Prensa”: “ Pertenecía Catarineu al grupo de escritores modernos comprendidos en lo que allí se llama generación del 98, núcleo intelectual surgido después del desastre y que ha contribuido desde los diversos campos de la actividad intelectual a formular la crítica histórica, social y política que ha dado a aquel país nuevas orientaciones, provocando el renacimiento –ya bien visible- de las energías de la nueva España.”[14]​ En lo que respecta a publicaciones propia, son más de una docena los libros de versos escritos por Catarineu, entre ellos Flechazos (poesías, Madrid, 1889), Tres noches (poema), El Tibidabo (poesía, 1890), Giraldillas (versos, 1893), Los Forzados (poesías, 1899), Estrofas (1907), Madrigales y Elegías(1913) La pluma de Catarineu dio al teatro piezas versificadas originales (La mentira del amor, en colaboración con Manuel Bueno, La Princesa pájaro, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, etc.) y también originales en prosa : Los fiambres, (juguete, 1897), Venalidad (drama, 1902), El Deber (con Pedro Mata, 1906), La Sombra (con P. Mata), 1911, y alguna adaptación escénica como la novela El equipaje del rey José, de Benito Pérez Galdós y de acuerdo con él; escribió libretos en verso para ópera (Yolanda musicada por Vicente Arregui, El bautizo de la muñeca con música del maestro Vicente Serrano, y otros.

Tradujo también del francés muchas obras teatrales que obtuvieron gran éxito en su representación.

Tradujo así mismo versos a otros tantos poetas y escritores: Heyjelmans, Naani, Sabatino, Teófilo Gautier, (En la playa), Richepín, Leconte de Lisle... Del italiano tradujo Catarineu la Cena dell beffe, o “Cena de las burlas” del italiano Sem Benelli, un autor más joven que él, y tan popular en su tiempo como luego lo pudo ser Gabriele D'Annunzio.

Caricaturizado hacia 1890 por Escaler para La Semana Cómica
Grupo de escritores en el estudio del fotógrafo Company en marzo de 1900