Colaboró como narrador en numerosas colecciones literarias, El Cuento Semanal, Los Contemporáneos, La Novela Corta, La Novela de Hoy, La Novela Semanal, El Libro Popular, Revista Literaria Novelas y Cuentos; aunque más interesante y valiosa es su obra periodística en revistas como Blanco y Negro, La Esfera, Nuevo Mundo o periódicos como El Globo, El Liberal, El Imparcial y Heraldo de Madrid.
Escritor fecundo, casi monstruoso, superó las treinta novelas largas, las setenta novelas cortas, cuarenta y tantas obras escénicas, más de quinientos cuentos, más de quince biografías y un millar largo de artículos.
Como narrador tuvo por maestro a Armando Palacio Valdés, por lo que se le ha asociado a un naturalismo moderado, con algunas novelas realistas y otras de tesis.
Como dramaturgo, quizá su vertiente más original fue participar en la revitalización del teatro de guiñol que abordaron en los años veinte y treinta del siglo XX español autores de la talla de Federico García Lorca, Ramón del Valle-Inclán o Rafael Dieste.
[2] Así lo consignó en su Teatro de marionetas (1920), compilación de piezas donde explora numerosas vertientes: desde el tono moralizante e infantil preceptivo al género (El manantial de la dicha), hasta el más puro sainete arnichesco (La octava virtud o Josefina se casa), pasando por el drama rural (El bien de todos), la comedia burguesa (Lo imprevisto) y el drama histórico (La muerte del bardo).