Su primer destino fue Sevilla, donde comenzó su actividad periodística que ya había intentado en Madrid.
Los sublevados le asestaron no menos de siete machetazos, dejándolo por muerto.
Rechazando la posibilidad de capitalizar políticamente su celebridad, en 1900 se retiró del Ejército y fijó su residencia en Mérida para dedicarse en exclusiva a la literatura.
Sólo a partir de la Transición se reeditaron sus novelas más importantes.
[4] Trigo criticaba en estas novelas la hipocresía y los prejuicios de la sociedad española en lo relativo a la moral sexual.
Son éstas El médico rural (1912), en la que, con abundantes elementos autobiográficos, critica enérgicamente la miseria y la ignorancia en la que viven los campesinos extremeños; y, sobre todo, Jarrapellejos, novela varias veces reeditada y llevada al cine en 1988 por Antonio Giménez-Rico, que denuncia los males del caciquismo en la sociedad española de la Restauración.