[b][7] Así, en 1775, aparece instalado con Josefa Bayeu, en casa de su cuñado y mentor Ramón Bayeu, en la calle del Reloj, donde permaneció dos años y nace su segundo hijo, Eusebio Ramón.
[8] El pintor, que en este periodo central de su vida buscó siempre la vecindad del centro de Madrid, con la Puerta del Sol o el Palacio Real a mano, aparece residiendo en 1799 en casa propia en la calle del Desengaño (donde nacen sus hijos María Pilar Dionisia y Francisco de Paula Antonio Benito), piso que luego vendería a Manuel Godoy para que el valido acomodase a su amante —y luego esposa— Pepita Tudó.
[20] Un estilo que fue adoptado por las clases altas siguiendo en parte las consignas de sobriedad y populismo exportadas a toda Europa por la Revolución Francesa.
Inconfundible y personalísimo, como muestra la obra de Goya, exhibe los siguientes elementos: El majo u hombre 'goyesco' viste esencialmente camisa blanca, fajín, chaquetilla corta abotonada y adornada con bordados (o chaleco); pañuelo al cuello haciendo juego con el fajín; pantalón ajustado y llega hasta debajo de las rodillas, mostrando las calzas o medias blancas.
También usa redecilla bordada negra a la cabeza, rematada por una borla o "madroño" en su extremo.
Se complementa con la capa española y la manta, así como diferentes tipos de tricornio para adornar o proteger la cabeza.
Por su parte, la mujer 'goyesca' viste un corpiño confeccionado en tejidos ricos (casi siempre terciopelos), ajustado y muy escotado, y se toca con un pañuelo, pañoleta, chal o mantón que la envuelve o cubre parcialmente; lleva también camisa de mangas con farol en los hombros y luego ajustadas; como el hombre puede recogerse los cabellos con una redecilla o construir con ellos caprichosos peinados y adornos de cintas (del tipo caramba).
[23] El balancín (1780), tema recurrente, es uno de los numerosos ejemplos que el pintor dedica a los grandes protagonistas de las calles y descampados del Madrid goyesco, los niños, sus juegos, mascaradas, peleas y travesuras.
Muchos estudiosos coinciden en atribuir a su enfermedad la visión amarga, descarnada y brutal, pero lúcida e inteligente, que muestra Goya en Caprichos.
[34] Así, aparecen escenas madrileñas de Alenza, en las que aún se mueven majos embozados muy 'goyescos', mientras que, ya en el siglo XX, la vertiente popular más dura y en ocasiones siniestra pervive en artistas como Solana.
A estos nombres se podría añadir, por lo anecdótico, el de José Zapata (1763-1837), pintor levantino que creó sus propios Caprichos.
[h] 1 de diciembre: Carlos III reside definitivamente en el Palacio Real, pese a estar incompleta su decoración interior.
Su construcción se había prolongado durante más de veintiséis años.
Su hijo Lorenzo permanece en la Corte española; sus pasteles influirán en los primeros cartones para tapices de Goya.
Si bien estaba recomendado por Bayeu, Goya asegura, orgulloso, que fue Mengs quien le había hecho volver de Roma para el Real Servicio.
La cantante pone de moda el ‘peinado a la Caramba’: llevar el pelo muy rizado y suelto sobre la espalda sujeto apenas por una lazada o escarapela.
En otoño se traslada con su familia a Zaragoza para pintar el fresco de la cúpula, Regina Martyrum, en Nuestra Señora del Pilar.
Los Alba vienen dispensando su mecenazgo al escritor Ramón de la Cruz (gran amigo de Goya), a la actriz María del Rosario Fernández «La Tirana» (Goya la retratará en en 1792 y en 1794), a músicos y pintores.
Luciano Comella se revuelve contra Moratín, ridiculizándolo en El violeto universal.
Se aísla y da un giro a su arte pintando obras de pequeño formato, 'cuadros de gabinete', para, en palabras del propio Goya, «ocupar la imaginación mortificada en la consideración de mis males, y para resarcir en parte los grandes dispendios que me han ocasionado».
3 de mayo: en la noche del 2 al 3, las tropas napoleónicas fusilan a cuarenta y cuatro madrileños en la montaña del Príncipe Pío, cuyos cadáveres serán expuestos durante días como escarmiento de la población.
24 de agosto: en Madrid se proclama rey in absentia a Fernando VII.
No se sabe con exactitud quién le acompañó allí (¿Leocadia Weiss?, ¿María Martínez de Puga?).
[61] El uso lingüístico, erudito o literario de la construcción o expresión Madrid goyesco, obviamente posterior a Goya y su obra, no se rastrea con facilidad antes del siglo XX.