Sin embargo, frente a este auge productivo, el precio del cacao no sufrió una bonanza semejante, con paulatinas contracciones.
El dominio comercial de este selecto grupo se tradujo en una considerable influencia sobre las decisiones políticas.
Buena prueba fue que la Costa, región con un 94% de las exportaciones nacionales entre 1900 y 1920, era el centro económico del país[4].
Durante este boom cacaotero, el papel de los Gobiernos estuvo marcado por la inestabilidad política.
[a] Tal riqueza trajo efectos sobre la renta per cápita de los ecuatorianos, que prácticamente se duplicó entre 1890 y 1920.
Para 1924, la favorable coyuntura había cambiado, y la producción brasileña (11,2%) relegó al Ecuador a un segundo lugar (6,6%)[3][4].
[7] Perpetuados en el poder según el sistema electoral fraudulento de la época, pese a intentarlo, ni las fuerzas político-militares orgánicas ni los movimientos sociales habían logrado cambiar el rumbo del régimen liberal.
El día 10, constituyeron una Junta Suprema Militar que ocupó el Gobierno durante seis horas.
La integraban cada uno de los representantes de las unidades del Ejército, unos doce miembros: el mayor Juan Ignacio Pareja, como presidente; el teniente coronel Luis Telmo Paz y Miño; el mayor Carlos A.
A su vez, habían acordado nombrar una Junta Provisional Militar, con solo seis de los oficiales: en condición de presidente, Luis Telmo Paz y Miño; como vocales, Carlos A.
Pocas horas después, en Quito, el mayor Carlos Guerrero, acompañado de ocho oficiales y cincuenta soldados del Batallón Pichincha, depuso al presidente Gonzalo S. Córdova.
Si bien marcadas por la candente «cuestión social», las motivaciones centrales de la Liga Militar eran ante todo nacionalistas y reformistas, guiadas por su propia lógica del orden y la disciplina, a través de la que pretendían arreglar la sociedad civil[17].
En el mes de octubre, la Junta rompió relaciones con Colombia debido al Tratado Salomón-Lozano, firmado en secreto tres años antes entre ese país y Perú; consideraba que Colombia había traicionado el espíritu amistoso del Tratado Muñoz Vernaza-Suárez, otorgándole posiciones potencialmente ofensivas al Perú.
[22] En gran medida, la Revolución Juliana defendió los intereses de la Sierra contra los intereses de la banca privada instalada en la Costa (Guayaquil), que había asfixiado con sus préstamos al Estado ecuatoriano[23].
La segunda Junta de Gobierno provisional estuvo integrada por Humberto Albornoz, Isidro Ayora, Pedro Pablo Egüez Baquerizo, José A. Gómez Gault, Adolfo Hidalgo Narváez, Julio E. Moreno y Homero Viteri Lafronte.
El nuevo ministro de Hacienda, Humberto Albornoz, convocó a los banqueros durante febrero y marzo para que analizaran la situación económica del Ecuador.
Por su parte, Ildefonso Mendoza, del ala más radicalizada y popular del movimiento, también había sido ascendido a comandante, pero intentó oponerse a estos ascensos —incluido el suyo—, con el respaldo de sus oficiales, la Guardia Cívica y la Confederación Obrera del Guayas; aunque terminó por ceder, fue destituido el 21 de noviembre.
A estas alturas, escribiría Pareja Diezcanseco: «El gobierno plural había sido un fracaso»[25].
Se desplazaba así el centro financiero del país de Guayaquil hacia Quito[27].
Para ello, también decretó el retorno al patrón oro y fijó el sucre en veinte centavos de dólar, lo que comportó una fuerte devaluación.
Con plenos poderes, no dudó en recurrir a los encarcelamientos, la clausura, la multa pecuniaria o la deportación; de este modo, aunque el resultado legislativo fuera apreciable, la imagen pública del gobernante estaba dividida.
La nueva Constitución daba más poder al Congreso: cualquier legislador, individualmente, podía interpelar a los ministros de Estado y pedir su censura o el voto de desconfianza, extensible en la misma sesión a todo el Gabinete.
Golpeada por la crisis (y posteriormente por el suicidio de su titular), la Compañía Sueca quebró[33].
Once meses después, se produjo la insurrección del Batallón de Zapadores Chimborazo[34].