La desventaja es la rigidez monetaria, que puede llegar a causar valores irreales (sobrevaloración o subvaloración), impidiendo que la elasticidad del precio de la moneda corrija este tipo de situaciones.
Hasta el abandono del patrón oro, este metal solía ser el elegido como referencia para un sistema convertible.
Este sistema puede llegar a ofrecer una mayor fluctuación que la convertibilidad clásica, aunque no es muy usado.
A comienzos del siglo XXI hay varios países con regímenes de convertibilidad.
Algunos ejemplos de países que la han utilizado son las Bahamas, Bermuda, Hong Kong, Letonia, Lituania y Singapur.