La monarquía se fomentó a partir de una unificación jurídica, política, religiosa y territorial.Posteriormente, en 589, Recaredo se convirtió al catolicismo, y Recesvinto promovió una única ley, el Liber Iudiciorum, para ambos pueblos.Los intercambios cada vez se hicieron menos frecuentes, por lo que las vías de comunicación romanas cayeron en desuso.Desde esta etapa del reino visigodo se intentó consolidar y fortalecer la monarquía frente a la nobleza.Primero, a costa del poder político ostentado por la misma nobleza y, posteriormente, estructurándola sobre la base de las instituciones romanas.La figura cúspide del reino visigodo de Tolosa fue Eurico (466-484), que accedió al trono tras asesinar a su hermano Teodorico II.En 507, Alarico II fue derrotado en Vouillé por los francos bajo Clodoveo I, perdiendo todas sus posesiones al norte de los Pirineos excepto la Septimania.Teudis se rebeló contra el poder ostrogodo y puso los cimientos del futuro reino visigodo de Toledo.A finales del siglo VII, las luchas internas por el poder entre la nobleza son continuas.Además, la crisis social y económica, llevaron al reino visigodo a una situación límite.Su reinado acabó por una conspiración, fue depuesto tras administrarle una bebida narcótica, quedó sin sentido, y le tonsuraron, con lo cual consiguieron que no pudiera seguir siendo rey (entre los visigodos era condición inexcusable que el monarca tuviera larga cabellera).Ahora bien el dominio musulmán no logró imponerse por igual en toda la península, la historia reconoce que se creó un núcleo de resistencia[2] en Asturias, con Don Pelayo noble visigodo como líder y futuro primer rey de Asturias.