Desde allí migró al sur cruzando territorios germánicos hasta la Galia Romana, estableciéndose en la parte occidental de los Alpes y del valle del Ródano, creando su propio virreinato (si bien se utilizaban los títulos de Regnum y Rex, eran virreinatos, ya que los reyes se encontraban sometidos al emperador).
Esto le permitió organizar las conquistas burgundias según la Lex Burgundionum, un primitivo código legal.
Poco antes de su muerte en 855, Lotario dividió su reino entre sus tres hijos en tres partes; Lotaringia, el Reino de Italia y Baja Borgoña y Provenza; estos últimos territorios fueron entregados a su hijo menor, Carlos.
La Alta Borgoña permaneció bajo la influencia del rey de Francia Oriental, Carlos el Gordo.
Tenía su centro en lo que hoy es el oeste de Suiza e incluía algunos territorios vecinos ahora pertenecientes a Francia e Italia y algunos de los que más tarde conformarían el Franco Condado.
El reino se fue fragmentando progresivamente entre los herederos, o sus territorios modificados mediante la diplomacia y las políticas matrimoniales.
El resto de las tierras fueron cedidas al Delfín de Francia Carlos VI por el Emperador Carlos IV, dando lugar al territorio conocido como Delfinado.
Carlos incluso persuadió al Emperador Federico III para que le coronara como rey en Tréveris.
Sin embargo, la ceremonia no tuvo lugar, ya que el emperador abandonó la ciudad en septiembre de 1473, disgustado por la actitud del duque.