Durante el régimen soviético, más de 100 nacionalidades tuvieron garantizadas su existencia como distritos o repúblicas autónomas dentro del esquema federal, respondiendo a una división étnica.
Consistía en tres documentos que regulaban los poderes reservados al Gobierno central ruso, la relación entre este último y los organismos administrativos federales y los poderes residuales en poder de los organismos particulares o locales.
Por su parte, Yeltsin evitó llevar a cabo negociaciones serias con el Gobierno checheno, permitiendo que las relaciones se deterioraran hasta el punto de generar un conflicto general en 1994.
En 1996, Chechenia seguía siendo el principal obstáculo entre el Gobierno federal y los grupos secesionistas de todo el país.
En 1943, las fuerzas nazis llegaron a las puertas de la capital, Grozni, y los chechenos combatieron fieramente contra la ocupación alemana durante la Operación Edelweiss.
Durante el proceso conocido como desestalinización, el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética Nikita Jruschov permitió que regresaran las diezmadas poblaciones a su patria en 1957.
Al mes siguiente Dudáyev ganó un sorprendente apoyo popular para ocupar el Gobierno checheno, copar la administración y convertirse en presidente.
En agosto de 1994, cuando una facción opositora lanzó un ataque armado para derribar al gobierno de Dudáyev, Moscú armó a los rebeldes con equipo militar, y los aviones rusos empezaron a bombardear Grozni.
Tratando de emular las tácticas norteamericanas, les ordenó a sus comandantes aplicar una campaña “restringida.” Sin embargo, los comandantes rusos no estaban preparados para combates de esta naturaleza, luchando en las montañas, y entre la población civil, sin contar además con que tenían graves problemas tácticos.
Las unidades chechenas eran más móviles, puesto que eran conformadas por habitantes locales conocedores del terreno y de su propia gente.
Estas fuerzas guerrilleras fueron infligiendo humillantes derrotas a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, dejándolo por ello completamente desmoralizado.
Además de lo anterior, las tropas rusas cometieron numerosos y, en parte, sistemáticos crímenes de guerra contra civiles, que incluían ejecuciones sumarias y torturas que llegaron a alcanzar a aldeas enteras.
La ya frágil economía ingusetia se vio varias veces sobrepasada por la llegada de refugiados desde la misma Chechenia (con la que compartieron una tranquila vida en común por casi treinta años), así como de la también conflictiva Osetia del Norte.
El presidente ingusetio Ruslán Aúshev protestó varias veces en contra de las persecuciones rusas e intentó conseguir reparaciones por los daños.