Las muchas posesiones inglesas de entonces, se convirtieron en el Imperio británico con su poderosa marina que creció rápidamente.
Durante el siglo XVII, fueron creando las colonias o provincias de Maine, Plymouth, Nuevo Hampshire, Salem, bahía de Massachusetts, Nueva Escocia, Connecticut, New Haven, Maryland y Rhode Island.
Durante la Edad Media los reyes ingleses poseían importantes territorios en Francia, basados en su historia como ducado.
Bajo el Imperio angevino Inglaterra poseía territorios en las islas británicas y Francia estaba gobernada por la dinastía Plantagenet.
Allí, el creyó haber arribado a Asia, y no hizo ningún intento de crear una colonia.
Mientras tanto, influyentes escritores como Richard Hakluyt y John Dee empezaron a presionar para que los propios ingleses crearan un imperio en ultramar, viendo que los españoles se habían establecido bien en las Américas, que Portugal tenía fortalezas en las costas de África, Brasil y China, y que los franceses se estaban asentando en la cuenca del río San Lorenzo, empezando a formar el territorio de Nueva Francia.
Los primeros intentos de establecer colonias inglesas en ultramar comenzaron en el último cuarto del siglo XVI, bajo el reinado de la reina Isabel I (1558-1603), concretamente en la década de 1580 se produjeron los primeros asentamientos en Norteamérica, una generación antes que la colonización del Úlster.Pronto muchos ingleses comenzaron a emigrar a esas colonias, atraídos por el comercio y la libertad religiosa.
En 1583, Gilbert llegó a Terranova donde, en una ceremonia formal, tomó posesión del puerto de San Juan, juntamente con 200 leguas hacia el norte y sur, aunque no dejó colonizadores tras él.
La autorización contaba que Raleigh disponía de siete años para formar un asentamiento, en caso contrario, perdía sus derechos sobre la región.
En 1660 el rey Carlos II estableció la Royal African Company, esencialmente para comerciar esclavos, dirigida por su hermano Jacobo, duque de York, el futuro Jacobo II de Inglaterra (1685-1688).