Desde esa fecha, San Pedro y Miquelón es el único territorio francés en América del Norte, como último vestigio de Nueva Francia.
Los vastos territorios, que pasaron a ser conocidos como Acadia y Canadá, estaban habitados por pueblos nómadas amerindios; también había asentamientos de hurones e iroqueses.
En la obra de Giovanni Battista Ramusio se indica un asentamiento iroqués cerca del actual Montreal.
La interacción entre nativos y europeos en este segundo periodo es desconocida en gran medida, debido a la falta de documentos históricos.
En 1600 se estableció otro puesto en Tadoussac (hoy provincia de Quebec), pero solo cinco colonos sobrevivieron el invierno.
Las colonias crecieron lentamente, en parte porque a las minorías religiosas no se les permitía establecerse; Nueva Francia era solamente católica.
En 1684 había dejado Francia con cuatro barcos y trescientos colonos para establecer una colonia en la boca del Misisipi.
Se dividía en cinco colonias, cada una con su propia administración: Canadá, Acadia, Bahía de Hudson, Terranova y Luisiana.
En un principio tuvo un claro predominio francés, aunque el resultado final fue favorable a Gran Bretaña al conquistar Canadá.
Esta segunda soberanía francesa duró poco, porque al año siguiente pasó a los Estados Unidos mediante la Venta de Luisiana.