El imán es un cuerpo o dispositivo con un magnetismo significativo, de forma que atrae a otros imanes o metales ferromagnéticos (por ejemplo, hierro, cobalto, níquel y aleaciones de estos).
Puede ser natural o artificial y también los materiales pueden ser paramagnéticos, que son atraídos débilmente, como el magnesio, el platino, el aluminio, entre otros, o diamagnéticos, los que no se atraen, como el grafito de carbono, oro, plata, plomo y bismuto.
Los imanes naturales mantienen su campo magnético continuo, a menos que sufran un golpe de gran magnitud o se les aplique cargas magnéticas opuestas o altas temperaturas.
El campo magnético no es visible pero es el responsable que los imanes atraigan o repelan varios materiales, aquellos que son fuertemente atraídos por un imán tienen una gran permeabilidad magnética, como en el caso del hierro y algunos tipos de acero, y reciben la denominación de materiales ferromagnéticos.
Los materiales con una baja permeabilidad magnética sólo son atraídos débilmente por los imanes y reciben el nombre de paramagnéticos, un ejemplo sería el oxígeno líquido.
Un electroimán sería un tipo de imán temporal hecho con un bobinado de hilo eléctrico por el que pasa una corriente eléctrica, y sólo se comporta como un imán mientras pasa la corriente; a veces el bobinado se hace alrededor de un material ferromagnético para mejorar el campo magnético que se produce.
El uso de estos aparatos sería común por todas partes en los siglos XII y XIII.
[4] Cualquier objeto común está compuesto de partículas como los protones, los neutrones y los electrones, cada una de las cuales cuenta entre sus propiedades cuánticas con el espín, que asocia un campo magnético a estas partículas.
El nivel de ordenación más elevado se presenta a los llamados dominios de Weiss o dominios magnéticos: que pueden ser considerados como regiones microscópicas donde hay una fuerte interacción entre las partículas, llamadas interacciones de intercambio, que genera una situación muy ordenada, cuanto más gordo sea el grado de orden del dominio, más fuerte será el campo magnético que se generará.
El campo magnético que se observa alrededor de un imán se extiende hasta una distancia considerable en comparación al tamaño del imán, y sigue la ley de la inversa del cubo: la intensidad del campo es inversamente proporcional al cubo de la distancia.
Si el electroimán se basa en una placa metálica, la fuerza necesaria para separar los dos objetos será todavía más grande, puesto que las dos superficies serán planas y lisas, en este caso habrá más puntos de contacto y la reluctancia del circuito magnético será menor.
La intensa fuerza de la descarga llevaba el sistema a la implosión, destruyendo el experimento en unos pocos milisegundos.
Fue Ørsted quien por primera vez evidenció en 1820 que una corriente eléctrica genera un campo magnético en su entorno.
El primer científico que construyó un electroimán fue el físico y político francés François Arago.
Más que un vector (que sería el caso del momento magnético) se trata de un campo vectorial porque zonas diferentes de un imán pueden ser magnetizadas con diferentes direcciones y fuerza.
El polo no es algo material sino un concepto utilizado para describir los imanes.
Algunas teorías científicas prevén la existencia de un monopolo magnético norte y sur, pero hasta ahora nunca han sido observados.
La norma de la mano derecha nos indica la dirección en la que fluye la corriente.
El modelo de Ampère da el campo magnético exacto tanto en el interior como en el exterior del imán.
Un imán artificial es un cuerpo de material ferromagnético al que se le ha inducido un campo electromagnético.
En mecánica clásica, la fuerza entre dos polos magnéticos vendrá dada por la ecuación:[12] donde Aun así, esta ecuación no describe una situación física real dado que los polos magnéticos son unas entidades puramente teóricas, los imanes reales presentan una distribución de polvo mucho más complejo que unos únicos polos norte y sur.
En otros modelos (como el modelo de Ampère) la formulación es más complicada, tanto, que a veces no es soluble analíticamente y hay que utilizar métodos del análisis numérico.
Fue Oersted quien evidenció en 1820 por primera vez que una corriente eléctrica genera un campo magnético a su alrededor.
Por ejemplo, un método consiste en comparar el imán con un electroimán, cuyos polos se pueden identificar usando la regla de la mano derecha.
acero o lava basáltica) se enfría en la presencia de algún campo magnético.