Muy a menudo se utilizan en demostraciones científicas para mostrar la dirección de un campo magnético.
En forma de polvo fino, el hierro puede quemarse, debido a su mayor superficie;[2] en ese proceso se libera calor.
La sustancia permite hacer demostraciones impresionantes cuando se rocían sobre una cartulina blanca colocada encima de un imán permanente.
[3] Las limaduras también se encuentran en los juguetes que permiten dibujar con un lápiz magnético.
Durante el siglo XIX se empleaban para preparar sulfato de hierro, tartrato de hierro y otras sustancias que se empleaban como medicamentos reconstituyentes por sus propiedades antianémicas.