Pío IX

Este hecho y sus simpatías por la causa italiana le hicieron ganar fama de liberal.Esto motivó que varios cardenales extranjeros decidieran no asistir a él.Los liberales, en cambio, apoyaban alternativamente a dos candidatos: a Tommaso Pasquale Gizzi, cardenal del título de Santa Pudenziana y antiguo nuncio apostólico en el reino de Cerdeña, y al cardenal Mastai Ferretti.Muchos pensaban que si Lambruschini no resultaba elegido, lo sería Gizzi con toda probabilidad.Dado que era de noche, no se realizó ningún anuncio formal, exceptuando la fumata blanca.Muchos católicos asumieron que Gizzi había sido escogido como sucesor de san Pedro.A la mañana siguiente, se anunció la elección del cardenal Mastai Ferretti ante lo que debió ser una sorprendida multitud de católicos.Pío IX tenía fama de ser un hombre culto;[cita requerida] al ser elegido proclamó una amnistía para los presos con delitos políticos e instituyó «la Consulta», una cámara deliberante de representación popular —pero elegida no por sufragio universal, sino censitario— que propició una mayor participación ciudadana en el gobierno de los Estados Pontificios.Cuando sus territorios le fueron restituidos por los franceses, volvió animado por propósitos menos liberales, ejemplo de ello, la restauración del gueto judío.Hacia 1860 el rey Víctor Manuel II había conquistado casi todos los dominios papales.El Concilio también recogió las tesis del Syllabus y mediante la constitución Dei Filius (De fide catholica) reconocía a los romanos pontífices el primado de jurisdicción sobre todos los obispos, tanto individual, como colectivamente considerados.Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos, bajo severas penas canónicas, toda participación activa en la política italiana, incluido el sufragio.[9]​Fue acogido en una institución de educación católica; con todo, sus padres intentaron recuperar la custodia durante doce años, empeño que nunca consiguieron.En 1847 Marx y Engels habían elaborado el “manifiesto comunista”, la carta magna del socialismo científico.Con todo, no es exacto que con esta encíclica se iniciara la doctrina social de la Iglesia.Pío IX, si bien más preocupado por las repercusiones del liberalismo en el campo político y doctrinal, no ignoraba la faceta social de esta doctrina.Ketteler, del cual León XIII dirá que fue su “ gran precursor”, murió en 1877, pero su espíritu no desapareció con él, y se le puede atribuir en buena parte las primeras leyes sociales, muy progresistas para la época, que fueron votadas en el Reichstag con el apoyo del Partido de Centro, cuya doctrina social se inspiró en Ketteler.El jansenismo es un movimiento del siglo XVI en cuya base está una doctrina sobre la gracia, que dio por resultado una especie de catolicismo “calvinizado”.En síntesis, la posición dogmática del jansenismo era que el pecado original había provocado una corrupción radical de la naturaleza humana.Esta doctrina fue reprobada repetidas veces por los Romanos Pontífices; sin embargo este movimiento seguía ejerciendo influencia en el catolicismo, especialmente en Francia y en los Países Bajos.Por ello, en los territorios de influencia jansenista, era frecuente que los fieles católicos recibieran raramente la comunión.En este sentido, es destacable la iniciativa para consagrar al Sagrado Corazón individuos, familias, congregaciones religiosas, incluso Estados.[10]​ También en este campo, el jansenismo había dejado su huella, generando una teología moral que se caracterizaba por un rigorismo muy acentuado; se puede sintetizar señalando que entendían que las obras de los no cristianos no tenían absolutamente ningún valor; además rechazaban el dolor de atrición (en contradicción con el Concilio de Trento) por considerarlo sumamente imperfecto.El calor sofocante del verano de 1877 empeoró sus llagas, llegando incluso a tener que ser transportado para poder moverse.Pasó la mayor parte de sus últimas semanas en su biblioteca, donde recibió a sus cardenales y realizó audiencias.Siguió bromeando sobre sí mismo, cuando el cardenal vicario de Roma ordenó tocar las campanas y decir oraciones durante su recuperación.Orate pro eo» («Huesos y cenizas del papa Pío IX.[18]​ Los críticos sostienen que su beatificación coloca «una carga insoportable sobre las relaciones entre los judíos y católicos», especialmente teniendo en cuenta los gestos conciliadores de Juan Pablo II hacia el judaísmo.
Obelisco en honor al papa Pío IX. Jamay, Jalisco, México.
Moneda de 20 baiocchi con la efigie de Pío IX.
Pío IX en 1864.
Pio IX en 1863.
Pío IX con el rey de las Dos Sicilias , Francisco II (a su derecha), durante la visita de este último al Quirinale en 1859.
Funeral de Pío IX.
Urna con los restos de Pío IX, en la basílica de San Lorenzo Extramuros .
Monumento a Pío IX en la Basílica de Santa María la Mayor , Roma.