La libación (del latín libatio, griego λοιβή o σπονδή) es un ritual religioso o ceremonia de la Antigüedad que consistía en la aspersión de una bebida en ofrenda a un dios.
Los líquidos ofrecidos en las libaciones eran variados, normalmente de vino sin mezclar,[1] leche, miel o hidromiel, aceite, cerveza u otros líquidos, incluso agua pura, que se vertían en el suelo.
En casos como este se puede también conjeturar que la evaporación del líquido implicaba su elevación hacia los dioses celestiales, e iba acompañada de una oración o un voto.
También se podía realizar en cualquier momento del día para invocar la benevolencia divina y, durante los banquetes, cerraba la cena (δεῖπνον / deĩpnon) o comenzaba la sesión de bebida (πότος / pótos).
Ya en el mundo cristiano, en el Apocalipsis las siete copas finales con que se vierte la ira de Dios (Apocalipsis, XVI, 1) son en realidad fíalas, es decir, bandejas de libación.
En el ámbito griego eran muy usadas la kílix o la phiale o fíala que, gracias también a su longitud y poca profundidad, se prestaban particularmente a la dinámica del gesto ritual.
[2] Las mismas tabulae codifican además la práctica de hacer añicos los recipientes antes de su deposición ritual en fosas,[3] según una costumbre bastante atestiguada, como si quisieran evitar tanto una reutilización sacrílega o que se perdieran.
Son frecuentes las referencias al uso de libaciones en el mundo griego, atestiguadas sea en las pinturas en cerámica como en las fuentes escritas.