Lenguas galoitálicas

Más exactamente las lenguas galoitálicas comprenden las variedades románicas autóctonas de la mayor parte del Piamonte, Liguria, Lombardía, Trentino y Véneto (no están incluidas: el Valle de Aosta, donde históricamente se ha hablado francoprovenzal, el Alto Adigio donde se habla alemán, ni Friul-Venecia Julia, donde predomina el retorrománico).

Además existen unos enclaves galoitálicos en el sur de Italia: dos en Basilicata y las variedades galosículas en cuatro áreas en Sicilia.

Si bien el italiano, a partir del siglo XVI, se había convertido en idioma oficial, administrativo y literario en todos los antiguos Estados italianos preunitarios, las lenguas coloquiales usadas por la gente común —en este caso por la del norte de la península— eran las variedades galoitálicas.

Las principales localidades donde todavía hoy se conservan las variedades galoitálicas son: Piazza Armerina, Aidone, Sperlinga, San Fratello, Nicosia y Novara di Sicilia.

También se podría incluir al istriano ya que este comparte varias isoglosas típicas de las lenguas galoitálicas y muestra una relación estrecha con el véneto, en este caso se podría hablar de un grupo cisalpino amplio que incluya las lenguas galoitálicas principales más el istriano y el véneto.

En otros casos, como en el dialecto de Monferrato (una variante del piamontés) pierde su redondez, convirtiéndose en [i].

Por ejemplo el piemontés occidental y en particular el turinés tienen un sistema que incluye vocales semiabiertas anteriores redondeadas (œ).

En el artículo masculino plural se tienen formas lu e i siendo esta última la más extendida.

El siguiente cuadro la misma oración en diferentes lenguas romances: La clasificación del istriota es difícil y controvertida, debido a que ha sido poco investigada y está en peligro grave de extinción, pero el material disponible nos permite establecer una relación estrecha con las lenguas galoitálicas, principalmente con el véneto con quien muestra más similitudes.

Este lazo estrecho y evidente ha sido investigado en mayor profundidad por el ya citado lingüista australiano Geoffrey Hull, llevándolo a la conclusión apuntada anteriormente (definición 2).

Áreas de ocurrencia de /y/ procedente de Ū latina.