Hermenegildo Díaz de Cevallos

[2]​ El 24 de enero de 1834 se presentó a Don Carlos María Isidro, quien le destinó a las órdenes del general Zumalacárregui.

Este testimonio, lo sé muy bien, ha de ser para ti más grato que ningún otro, porque no consiste en recompensas de empleos, honores, ni condecoraciones, sino en la sencilla expresión de mi afecto por la lealtad, honradez y desinterés con que siempre me has servido.

De mi movimiento hacia la frontera de España nada supiste hasta que se hubo verificado; pero esto no impidió que durante esa época azarosa de mi vida, llamado por mí hayas acudido a participar de todos mis riesgos y fatigas, como si tú realmente lo hubieses aconsejado.

[10]​ Siguió en el Norte hasta 1876 y, concluida la guerra, vivió largo tiempo emigrado.

[10]​ Publicó diversos trabajos históricos en la revista histórico-militar El Estandarte Real.

[12]​ Falleció en 1891 en Madrid, alejado de la política activa, pero leal a la causa tradicionalista.

[11]​ A su muerte, su viuda Adelaida recibió las sentidas condolencias de Don Carlos en una carta enviada desde Venecia.