El matrimonio se estableció en Jaén, donde Miguel Gómez trabajó como administrador de bulas.
Pronto se encamina hacia Navarra para ponerse a las órdenes del general carlista Tomás de Zumalacárregui.
En 1834 acompañó a don Carlos y fue nombrado comandante general de Vizcaya.
Bruno Villarreal comandante supremo del ejército carlista en el país vasco-navarro, organizó una expedición para que marchase a "...Asturias y Galicia para fijando allí la guerra, llamase la atención del enemigo por aquella parte y desahogase al ejército de estas provincias,",[3] entregando el mando a Miguel Gómez.
Su objetivo principal era dominar Asturias ya que se tenía noticias, aunque no eran ciertas, de que allí existía una importante base para poder realizar un alzamiento carlista y que debería marchar a Galicia tanto si había logrado realizar el objetivo asturiano como si habiendo fracasado en ello, se refugiase allí, intentando realizar de nuevo un alzamiento.
Fracasando en ambas regiones, en vez de retirarse al país vasco-navarro, emprendió un sorprendente recorrido.
A pesar de estas acciones, Gómez fue juzgado y encarcelado por sus superiores por no cumplir las órdenes que le habían sido dadas.
Tras la rendición de Rafael Maroto (1839), Miguel Gómez decide exiliarse, junto con su esposa, en Francia.
Volvió a España durante la segunda guerra carlista (1846-1849), siendo comandante general de Andalucía.