Se puso en rápida marcha tras la ansiada presa, mas al intentar atravesar la población de Cenicero fue retenido por los miembros de la milicia urbana que se habían atrincherado en la iglesia, junto al puente por el que transcurre la carretera.
Zumalacárregui tuvo que dar un rodeo pero acabó por alcanzar con su caballería el convoy ya a la vista de Logroño.
De encontrarse el carlista otra vez en la orilla norte del Ebro, como supone que volverá a Navarra, debe perseguirlo hasta el límite de Álava con Navarra, en cuyo territorio no desea que entre O'Doyle bajo ningún concepto ya que volvería a estar su división bajo el mando de Lorenzo.
Llegado O'Doyle a Peñacerrada el día 22 por la tarde, se entera de que los carlistas ya se encuentran otra vez al norte del Ebro, por lo que marcha al día siguiente por el valle del río Ega, pernocta en Lagrán y llega el día 24 a Maeztu.
Las restantes fuerzas se deben acantonar aquella misma tarde en Guevara, Arroyabe y Ullíbarri-Gamboa, localidades distantes seis, doce y trece kilómetros al norte de Alegría de Álava.
[1] A O'Doyle le parece una imprudencia dispersar la división y consulta la orden recibida con sus jefes de regimiento, los cuales tampoco la consideran acertada.
Pero obedecen y abandonan seguidamente Alegría de Álava, dirigiéndose a las localidades que les han sido asignadas como cuartel.
Ha anochecido, deja unos pocos hombres para que mantengan vivas las fogatas de los campamentos y abandona con el mayor sigilo el valle, llevando sus batallones a dormir a Campezo, Zúñiga y Orbiso.
Ahora se encuentra tan sólo a treinta y cinco kilómetros de Alegría de Álava mientras que Lorenzo, engañado por los vivos fuegos encendidos en La Berrueza, le supone durmiendo en este valle.
La división de O'Doyle, convertida ahora en cuatro columnas, saldrá aquella misma tarde de sus acantonamientos hacia el norte, marchando durante la noche, llegando al amanecer a Oñate por diferentes caminos y apresando allí al Pretendiente.
El jefe carlista está informado de que Lorenzo no se ha enterado de su marcha y sigue en Los Arcos, por lo que no teme verse perseguido por él.
Hace salir del bosque al batallón de Guías de Navarra y lo forma en el llano que hay entre Chinchetru y los cerros por los que se acerca el enemigo.
Al salir del bosque se encuentra a la temida tropa carlista, bien conocida por sus rojas boinas y que siempre actuaba bajo las órdenes directas de Zumalacárregui.
Cuando llegan éstos y comienzan a salir del bosque, Zumalacárregui hace bajar al campo al resto de sus tropas y el combate se realiza con gran fuerza.
El ruido del enfrentamiento llega hasta las localidades en las que se encuentran acantonadas las restantes fuerzas de la división de O'Doyle y que se ponen en camino hacia Chinchetru.
Pero unos doscientos cincuenta soldados isabelinos con sus jefes se han mantenido unidos y en rápida marcha consiguen llegar a Arrieta, a tres kilómetros del lugar del combate, y se encierran en la iglesia donde resisten durante la noche el acoso de los carlistas que les han perseguido.