Pretendía capturarlo allí haciendo que durante la tarde del siguiente día la división marchara en cuatro columnas, llegando al amanecer a esta localidad.
A las cuatro de la tarde abandonaba O'Doyle esta población en dirección norte pero Zumalacárregui pudo hábilmente desviarlo hacia el Este, cayendo en la emboscada que le había tendido en los campos y bosques de Chinchetru, siendo la tropa isabelina ampliamente derrotada.
Pero unos doscientos cincuenta soldados isabelinos con sus jefes habían conseguido llegar a Arrieta, encerrándose en la iglesia.
[1] El jefe carlista aprovechó sabiamente la orografía del terreno, bien para engañar al enemigo, atrayéndole a lugares donde a los carlistas con su táctica guerrillera les era mucho más conveniente luchar que a la tropa regular isabelina, bien aprovechando el terreno desfavorable para la tropa isabelina que ésta había elegido para combatir.
La formación isabelina es puramente defensiva, sin centro, en clara oposición con su objetivo de avanzar hasta Arrieta.
Lo dejará llegar y cuando esté al alcance de su artillería, lo someterá a un bombardeo que deshará su formación.
Las tropas isabelinas situadas en el valle iniciarán entonces la persecución hasta llegar a Arrieta.
Pero ahora ya está llegando también al combate por el camino real la tropa carlista que había quedado en la hondonada.
Al verlo, la derecha comienza igualmente a replegarse, saliendo escalonadamente de la hondonada, pero aun así muy castigada por los carlistas que la persigue.
Pero su error de táctica le fue pronto echado en cara por oficiales que participaron en el combate.
Así le dirá Iriarte: …¿y, porqué, si el objetivo nuestro era salvar a los que se defendían aún en Arrieta, amagando por el flanco izquierdo, no se maniobró por la derecha con destreza para de este modo, unir nuestros esfuerzos con los de aquellos valientes y salvarlos?
Tanto si hubiese conseguido su objetivo como si lo hubiese malogrado, siempre habría podido realizar después una ordenada retirada hasta Vitoria por la ventaja que le daba su artillería y caballería en el llano.
Los encerrados en Arrieta han visto desde la torre de la iglesia perfectamente el desarrollo del combate.
En las cuentas de Osma del 4.12.1834 se hace constar una partida de 5.208 reales "...para vestir desnudos y dar levitas a varios oficiales que se salvaron en Arrieta y venían destrozados.
Las dos divisiones isabelinas operativas en Navarra, temerosas de verse también envueltas en un ataque imprevisto, se ven obligadas a retirarse al este del Arga, a las fortificaciones de Puentelarreina y Pamplona.
Ha vuelto con un rico botín de provisiones, ropa, dinero y nuevos soldados.
Y la moral de su tropa es muy alta por lo que decide presentar por primera vez una batalla formal a los isabelinos.