Guerra de los Dos Pedros

El monarca aragonés accedió y envió un ejército que aplastó la revuelta en 1266.

El Aragón del siglo siguiente vería a su vez Murcia con ojos apetitosos, receloso de que Castilla pudiese usarla como base para competir con sus ambiciones políticas y comerciales en el Mediterráneo, pero se veía impedido a arrebatársela a los castellanos por el Tratado de Cazola y posterior Tratado de Almizra.

La resistencia fue desigual: máxima en algunas plazas, generalmente aquellas con importantes guarniciones (Lorca, Alhama de Murcia, Mula) y escasa o nula allí donde Jaime supo ganarse a los notables locales (Elche, Guardamar del Segura, Orihuela, Murcia, Cartagena).

Aun así Jaime II se resistió a abandonar Cartagena hasta la firma de un segundo tratado en Elche en 1305, que confirmaba el anterior.

[3]​ En Castilla, los reinados de Sancho IV, Fernando IV y la primera parte del de Alfonso XI (1312-1350) se caracterizaron por la inestabilidad interna y el progresivo aumento del poder y las ambiciones de los nobles en detrimento de la Corona, labor que se vio favorecida en estos dos últimos casos por la corta edad con que los monarcas accedieron al trono (9 años el primero y 1 el segundo).

[3]​[4]​ Esta tendencia se rompió al llegar Alfonso XI a la mayoría de edad, momento en el que se reveló como un rey con carácter que impuso su voluntad con mano dura y, como hicieran Fernando III y Alfonso X, utilizando la guerra contra los musulmanes como elemento unificador.

A mediados del siglo XIV, Castilla soportaba un profundo enfrentamiento social, cuyos bandos tenían como líderes al rey Pedro I de Castilla y a su hermano bastardo Enrique de Trastámara, pretendiente al trono castellano, respectivamente.

Ciudades como Teruel estuvieron varios años en poder castellano hasta que finalmente fueron devueltas.

Expansión de la Corona de Aragón en el tiempo. Nótese la adquisición de Alicante por Jaime II, originalmente parte de Murcia y por tanto de Castilla.