Sin embargo el proyecto finalmente no prosperó: Ensenada cayó en desgracia al poco tiempo -1754-, Ulloa presentó su dimisión, y los fondos acopiados fueron distribuidos entre diferentes instituciones, aunque algunos objetos naturales, colecciones de monedas y veintiocho armarios acabaron pasando finalmente al Real Gabinete creado años más tarde por Carlos III.Las colecciones de Dávila llegaron a Madrid desde París en cuatro viajes: uno por tierra y tres por mar.[3][2] Los gastos del traslado fueron pagados por España y fue el propio Dávila desde París el que se encargó de preparar los cajones y los fardos del modo más conveniente para asegurar la preservación de las piezas.En total se transportaron 250 cajones que llegaron desde Francia al puerto de Santander.Al Real Gabinete le correspondieron concretamente el segundo piso del edificio y las buhardillas.También diseñó la nómina (documento) en el que detallaban las condiciones requeridas para exponer las piezas del nuevo gabinete.Además debía disponerse de otras dos salas: una para albergar un laboratorio de química y otra, para un laboratorio dedicado a la geología en el que se pudieran cortar y pulir piedras duras.El conjunto se completaba con una sala para duplicados, es decir, una sala donde se guardaran las piezas de las que había más de un ejemplar para intercambiarlas con otras instituciones.[2] No solo se trataba de un emplazamiento en el que exponer objetos para ser contemplados, Dávila reservó, dentro de la estructura del Gabinete, espacio para laboratorios donde preparar piezas, practicar disecciones o cortar piedras.[4] Se eligió esa fecha para hacerla coincidir con la onomástica de Carlos III.Estaba abierto a toda clase de público en general, sin restricción alguna, solo se pedía decencia en la vestimenta y buen comportamiento durante la visita.[6] Abría todos los lunes y jueves del año, excepto si alguno de ellos era festivo, pues entonces se trasladaba al siguiente día laborable.El propio Carlos III hizo varios envíos al Real Gabinete, además del mencionado Tesoro del Delfín, como un elefante asiático que vivió en los jardines del Palacio Real de Aranjuez y otros animales exóticos que le regalaron, como una osa hormiguera traída de Buenos Aires y exhibida viva por primera vez en Europa, que fue retratada en un lienzo cuya autoría se atribuye al taller del pintor alemán Anton Raphael Mengs.Una vez muertos, fueron disecados y pasaron a formar parte de la colección del Gabinete.Pronto el espacio facilitado para albergar el Real Gabinete resultó insuficiente, pues a estos envíos reales había que sumarles los que se fueron llegando de todos los rincones de la España peninsular y de ultramar, en virtud del cumplimiento de una Real Orden del año 1776, conocida abreviadamente como la Instrucción, que mandaba a todas las autoridades del imperio (virreyes, intendentes, corregidores, alcaldes...) remitir al Real Gabinete cuantas producciones naturales estimables encontrasen en sus territorios.El interés científico debía prevalecer sobre otras consideraciones como por ejemplo, la espectacularidad de la pieza.También era importante el origen: se daba prioridad a los ejemplares autóctonos de los dominios españoles, tanto peninsulares como americanos o filipinos.La invasión francesa supuso la paralización de las obras y un gran destrozo en lo ya ejecutado, puesto que el edificio fue utilizado como cuartel y el plomo de las cubiertas se fundió para fabricar proyectiles.[8] Había ejemplares de historia natural como mamíferos, aves, fósiles, peces, insectos, reptiles, esqueletos, corales, esponjas, crustáceos, moluscos, vegetales, rocas y minerales, pero también había instrumentos científicos de Matemáticas y Física (barómetros, lupas, microscopios, esferas), libros, esculturas, cuadros, bronces, medallas, grabados, estampas, mapas y cartas marítimas, objetos textiles (trajes, tapices, vestimentas indígenas, tocados de plumas), adornos (hechos en oro, marfil, nácar, laca o porcelana), armas ofensivas y defensivas (hachas, cuchillos, puñales, escudos, armaduras, corazas) o utensilios domésticos (vasos, vasijas, tabaqueras, piezas de vajilla).Los instrumentos científicos estaban representados en el Gabinete por 47 objetos como barómetros, termómetros, lupas, esferas o microscopios.[8] Algunas obras que pertenecieron a la colección del Real Gabinete de Historia Natural.[9] Hay otros elementos como la documentación histórica (informes, correspondencia, etc.) que perteneció al Real Gabinete: se conserva el archivo personal de Pedro Franco Dávila desde el traslado de su colección desde París a Madrid (1771-1772) y toda la documentación producida por el desempeño de su función como primer Director del mismo.
Pedro Franco Dávila
. En 1771 donó su colección personal al rey Carlos III para que se constituyera con ella el segundo y definitivo Real Gabinete de Historia Natural.
El
edificio Villanueva
del
Museo del Prado
fue proyectado originalmente para acoger al Real Gabinete de Historia Natural, aunque finalmente éste nunca llegó a ocuparlo.
Mesas de piedras duras procedentes del Real Gabinete de Historia Natural, actualmente expuestas en el MNCN (Museo Nacional de Ciencias Naturales).