Iniciados durante el Renacimiento, estos gabinetes eran colecciones privadas que normalmente incluían especímenes exóticos de historia natural, a veces incluso falsificados, junto con otros tipos de objetos.
El resultado era una gran proliferación de objetos, y cada espacio, incluidos los techos, se utilizaba.
[5] El primer museo estadounidense de historia natural se estableció en Charleston en 1773, el segundo en Filadelfia (elPeale Museum) en 1784.
A lo largo del siglo la mayoría de las grandes ciudades establecieron tales instituciones.
Las diferentes disciplinas se fueron individualizado y ya no era concebible que una misma institución, fuese museo de arte, museo de ciencias y biblioteca al mismo tiempo.
Estas nuevas escenografías supusieron la presentación de menos ejemplares pero ofrecieron perspectivas más variadas: se pasó de un discurso puramente descriptivo y clasificatorio a un discurso sintético y didáctico.
Los grandes viajes de exploración científica que marcaron la primera mitad del siglo XIX fueron seguidos por la expansión colonial.
Estas colecciones se han considerado durante mucho tiempo fungibles, pudiendo cada ejemplar que las componía ser sustituido con mayor o menor facilidad por un equivalente.
[4] Este papel tendió luego a desvanecerse en favor de las universidades.
Todas las colecciones de ciencias naturales conservan un interés científico y son consultadas por este motivo.
Los museos no solo se definen por sus colecciones sino también por su presentación al público.
Las exposiciones permanentes o temporales siguen siendo medios privilegiados de transmisión del conocimiento.