En la actualidad, no obstante, el título está caducado según la legislación nobiliaria de ambos países, por haberse encontrado en un periodo de vacancia superior a cuarenta años en España y por haberse reconocido como agnaticio en Italia, pero no según la legislación nobiliaria original de las Dos Sicilias.
A su muerte sin descendencia legítima, acaecida en 1458, pasaron a su hermano Juan II los territorios de la Corona de Aragón,[n 1] de los que se segregó Nápoles, que había sido legado por el monarca a su hijo natural Fernando, que se convirtió en rey y fundó una dinastía independiente.
[4] No obstante, estas tierras le fueron requisadas en 1494 cuando, a la muerte del rey su padre, Carlos VIII de Francia invadió Nápoles.
Este soberano, al no ver reconocidos sus derechos al trono napolitano como nieto de María de Anjou, había decidido hacerlos valer manu militari.
La invasión francesa fue contestada por Fernando el Católico, que formó una liga con Milán, Venecia y los Estados Pontificios y acudió al socorro de su sobrino Federico I, que quedó instalado como rey en 1496.
Como ambos ansiaban quedarse con el reino entero, incumplieron el tratado y estalló la guerra de Nápoles, en las que las tropas españolas, lideradas por el Gran Capitán, expulsaron a los franceses del suelo napolitano en 1504, incorporándose así el reino a la Monarquía hispánica.
No obstante, este estado señorial fue progresivamente desmembrado y enajenado por los sucesivos duques, con el correspondiente permiso real, para solventar sus problemas de liquidez.
[14] De este modo, sólo quedó Montalto como base territorial inalienable del ducado.