El fogaje fue creado en la época de Pedro II.
[2] Por su parte, Antonio Serrano Montalvo transcribió, analizó y editó este fogaje.
[3] El fogaje fue pactado en las Cortes Catalanas para que no solo se cobrase en las tierras reales, sino también en los dominios de los señores laicos y eclesiásticos.
Sobre la forma de cobro, a veces se establecía una cantidad por fuego y a veces se establecía una cantidad global que se debía dividir por el número total de fuegos contados.
Asimismo, aunque a veces fueran contados los masos abandonados (todavía en 1358), los fuegos de musulmanes y los de judíos, normalmente no fue así.