Carlos I le concedió el ducado de Montalto.
[2] No obstante, estas tierras le fueron requisadas en 1494 cuando, a la muerte del rey su padre, Carlos VIII de Francia invadió Nápoles.
Este soberano, al no ver reconocidos sus derechos al trono napolitano como nieto de María de Anjou, había decidido hacerlos valer manu militari.
La invasión francesa fue contestada por Fernando el Católico, que formó una liga con Milán, Venecia y los Estados Pontificios y acudió al socorro de su sobrino Federico I, que quedó instalado como rey en 1496.
Como ambos ansiaban quedarse con el reino entero, incumplieron el tratado y estalló la guerra de Nápoles, en las que las tropas españolas, lideradas por el Gran Capitán, expulsaron a los franceses del suelo napolitano en 1504, incorporándose así el reino a la Monarquía hispánica.