[4] Conocida como Beata Catalina de Cardona, no ha sido beatificada oficialmente, y es reconocida como venerable; "beata" era el nombre que recibían las mujeres laicas que adoptaban un estilo de vida retirada y religiosa y, a partir de esta denominación se ha originado la confusión.
Muy devota, influyó en su marido, que cambió su manera de vivir, pero murió muy pronto.
Viuda, volvió al convento, donde vive como seglar, pero entregada a la espiritualidad y la religión.
[4][6] Vivió como eremita, entregada a la plegaria y el rigor, como otras mujeres similares que, especialmente en Castilla y Extremadura, en un ambiente de reforma espiritual e influidas por las ideas de la contrarreforma, dejaban la vida mundana por la monástica o la eremítica, llegando a extremos de extrema austeridad.
[2] Desfiló por Madrid en un carruaje descubierto bendiciendo a la muchedumbre, que se había congregado para burlarse de ella o para besar sus hábitos.
[3] Catalina logró recaudar mucho dinero y decidió volver a su retiro en 1572.
Se comenzó a levantar un convento de carmelitas descalzos en Casas de Benítez,[3] con muchos problemas, puesto que las obras no estuvieron muy bien dirigidas; los retrasos y defectos de construcción hicieron que el dinero destinado a la construcción se acabaran y la parte hecha presentara muchos problemas.
[5] En 1580 eran nueve las mujeres que habían continuado con su vida apartadas en este lugar.
[3] Se llevaron a este pueblo los restos de Catalina y su retrato.
La Madre Teresa intentó por todos los medios poner orden en el tema, temerosa de que el desacato contagiara también al convento de monjas, pero no llegó a conseguir por completo su propósito.
Para aquellos rudos penitentes, la Cardona era superior y más fundadora de los frailes descalzos que la Madre Teresa, porque con ella se había multiplicado la vocación entre los frailes carmelitas muy por encima de los conseguidos por la monja abulense.