Diagonal árida de América del Sur

Los acumulados anuales son siempre menores de 500 mm, si bien en gran parte la cifra es muy inferior, lo que provoca un vegetación yerma, a tal punto que en algunos sectores se llega al desierto absoluto, al ser insuficientes para sostener algún tipo de vida.

[5]​ Ya en el norte del Perú, con el aumento de la latitud las lluvias van disminuyendo progresivamente, mientras la vegetación va adquiriendo una fisonomía desértica neta hasta desaparecer por completo el ecosistema leñoso xérico y pasar al desierto extremo en el departamento de La Libertad.

Ambas, al ser frías, generan poca evaporación, por lo que las zonas emergidas inmediatas reciben desde ellas pobres aportes de precipitación y baja humedad.

Todo esto favorece la existencia de climas áridos o semiáridos en los territorios bajo su influencia.

[8]​ Esto se ve maximizado en el sur boliviano y especialmente en el noroeste argentino, ya que allí se presentan una serie de cordones cordilleranos paralelos, con orientación submeridiana, que dejan interpuestos entre sí a altiplanicies, valles interandinos, bolsones, etc.

[4]​ A mayores latitudes ocurre lo opuesto a lo que sucedía en la sección septentrional, los vientos húmedos provenientes del anticiclón semipermanente del Pacífico impactan de oeste a este en los Andes, descargando en ellos, y en los territorios hacia su poniente, casi la totalidad de sus aportes (haciendo que en algunas localidades se logren acumulados anuales que llegan a los 7000 mm)[9]​ por lo que, luego de transponer el cordón andino, el fuerte viento del oeste cruza, ya seco, la Patagonia extra-andina u oriental, proyectando en ella su aridez hasta la misma costa atlántica y la plataforma marina sobre la que se asienta el mar Argentino e incluso también haciéndolo sobre las islas Malvinas, si bien en estas la aridez se atempera por la influencia húmeda oceánica.

Todo esto significó que durante el Cuaternario la posición central de la diagonal árida se mantuviera más o menos constante.

No solamente la naturaleza quedó dividida por la diagonal; las comunicaciones, el comercio y el poblamiento colonizador durante el dominio español y luego del mismo, también se vieron seriamente afectados, precisando de rutas marítimas para unir las ciudades, Estos procesos geográficos favorecieron una administración independiente del Chile colonial de manera total con respecto a las administraciones de las colonias asentadas en la cuenca del Plata, mientras que parcial en lo que atañe al gobierno español en el Perú.

Por el mismo proceso, influenció a Chile a diferenciarse política y económicamente del resto del subcontinente, generando en la idiosincrasia del chileno (en especial en el que habita la zona central) la sensación de que vive en una “isla en tierra firme”, figura alegórica robustecida por el acotamiento espacial que también imprimen el Pacífico, la alta cordillera y los bosques y hielos australes.

[28]​[29]​[30]​[31]​ Ante las dificultades intrínsecas que presentaba el medio físico, los yermos espacios ocupados por la diagonal árida, para ejercer sobre los mismos algún tipo de explotación tradicional, solo se logró ocuparlos y desarrollarlos económicamente en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, demora que continúa en parte hasta nuestros días, ya que presentan un patrón caracterizado por una menor población humana, una menor infraestructura y amplias superficies con un muy bajo grado de intervención antrópica.

Imagen satelital de América del Sur donde se observa la diagonal árida que cruza al subcontinente desde el noroccidente al suroriente.
Oasis de la laguna de Huacachina , cerca de Ica , en la costa peruana.
Desierto de Chimbote, Ancash, Perú
Formación geomorfológica denominada “ Árbol de Piedra ”, localizada en el desierto Siloli en el sudoeste de Bolivia .
El denominado “ valle de la Luna ”, en el desierto de Atacama , en la región natural del Norte Grande de Chile .
Un cactus candelabro ( Browningia candelaris ) en la ruta 11, entre Poconchile y Socoroma , Región de Arica y Parinacota , Chile.
El parque provincial de Ischigualasto o “ Valle de la Luna ”, provincia de San Juan (Argentina) .