El término se utiliza para describir varios puntos de vista religiosos, morales y políticos, pero su diversidad de motivaciones y su expresión son lo suficientemente diferentes como para que «antisionismo» no pueda ser visto como una sola ideología u origen.
Varios comentaristas[1][2][3] han afirmado que el antisionismo se ha convertido en un tipo actual de antisemitismo (neoantisemitismo).
El «antisionismo» inicialmente fue una cuestión interna del mundo judío ya que fueron judíos los primeros que se opusieron al proyecto «sionista» porque pensaban que los judíos debían vivir en medio de los demás pueblos, mezclados con ellos, y no formar un Estado-nación propio tal como defendían los seguidores de Theodor Herzl, padre del sionismo.
Por lo tanto, una definición posible para el antisionismo es la oposición a estos objetivos; y las personas, organizaciones o gobiernos que se oponen a estos objetivos, en cierto sentido son descritos como antisionistas.
La oposición a Israel como un Estado judío es el antisionismo o lo que puede ser llamado post-sionismo.
Diversos politólogos y sociólogos, como Pierre-André Taguieff, Michel Wieviorka, Maria Luiza Tucci Carneiro o Alain Dieckhoff,[5][6][7][8] han señalado que el antisionismo radical, extremo o absoluto es una forma de nuevo antisemitismo ya que, lejos de ceñirse a la crítica a las políticas de los gobiernos israelíes, lo que es totalmente legítimo, pide la destrucción del Estado de Israel o recurre a los viejos tópicos y mitos antisemitas como «argumentos» para atacar a los «sionistas» identificados con todos los judíos.
[6] Dieckhoff añade: «allí donde comienza a emerger el problema es cuando el antisionismo se inserta sobre una visión demonizada del sionismo, pretendidamente mundial, y donde toda suerte de visiones fantasiosas del poder judío son vehiculadas».
«El “antisionismo” extremista no plantea en absoluto una crítica, perfectamente legítima, de la política puesta en práctica por tal o cual gobierno israelí, ni el cuestionamiento del proyecto sionista tal como se ha definido históricamente.
[18] Otro ejemplo lo constituye el sitio web antisemita Radio Islam que dispone del enlace «Racismo Judío» en 23 idiomas.
En adelante, serán los palestinos, armados con piedras, quienes representarán al débil David, frente a Goliat, el ejército israelí».
[23] La «nueva judeofobia», como llama Taguieff al antisionismo radical, no es un antisemitismo racista sino que se presenta como un antirracismo acusando a los «judíos sionistas» de ser racistas e incluso de ser genocidas y nazis por estar llevando a cabo Israel un supuesto programa de exterminio sistemático del pueblo palestino.
(…) Así, si el Estado de Israel, realización del proyecto sionista, es un “Estado racista”, “imperialista” y “opresor”, entonces la “resistencia” no solo es necesaria, sino que puede utilizar todos los medios, incluida la violencia terrorista, para alcanzar el buen fin: eliminar el supuesto “Estado racista” y “fascista”.
[27] También han señalado la supuesta inspiración teocrática o de fanatismo religioso que asumen los defensores del Estado israelí, incompatible con las democracias seculares occidentales.
[27] Para ello argumentan que la colonización israelí en los territorios ocupados ha sido condenada en diversas resoluciones de las Naciones Unidas, con el «desacato» o «desatención» del gobierno israelí sobre estas resoluciones y hacia el derecho internacional.
[27][28] Otros antisionistas postulan que el gobierno israelí ha impulsado políticas «racistas» sin ninguna calidad democrática y contraria a los derechos humanos.
[39][40][41] Hay una larga tradición del antisionismo judío que se ha opuesto al proyecto sionista desde sus orígenes.
Los bundistas, los autónomistas, el judaísmo reformista y los Agudat, consideraron que tanto la lógica como las ambiciones territoriales del sionismo como defectuosas.
La oposición al Programa Biltmore también llevó a la fundación del Consejo estadounidense antisionista para el judaísmo.
El post-sionismo, un término relacionado, ha sido criticado por ser considerado equivalente al antisionismo.
Mapas islámicos del Medio Oriente con frecuencia no muestran el estado de Israel.
Así mismo, Civiltà Cattolica consideró que a los judíos no debería permitírsele regresar a Palestina con soberanía: "Según las sagradas escrituras, el pueblo judío debe vivir siempre disperso y vagabundo antre las otras naciones, para que puedan rendir testimonio de Cristo no solo por las escrituras... sino por su propia existencia".
Tres días después, Herzl se reunió con el Papa Pío X, quien respondió a su requerimiento de apoyo al retorno judío a Israel en los mismos términos, diciendo que "No somos capaces de favorecer este movimiento.
[45] Esta actitud inicial cambió durante los siguientes cincuenta años, hasta 1997, cuando en el simposio vaticano de ese año, el papa Juan Pablo II rechazó las raíces cristianas del antisemitismo, expresando que "Las interpretaciones equivocadas e injustas del nuevo testamento en relación al pueblo judío y su supuesta culpa [en la muerte de Cristo] circularon por demasiado tiempo, engendrando sentimientos de hostilidad hacia este pueblo".
Como se indica en la tercera edición de la Gran Enciclopedia Soviética (1969-1978), la posición del Partido Comunista de la Unión Soviética durante la Guerra Fría se convirtió en: "los principales depósitos del sionismo moderno son militantes chovinismo, el racismo, el anticomunismo y anti-sovietismo,... lucha abierta y encubierta contra los movimientos de liberación y la URSS ".
Sólo cuatro países no musulmanes votaron en contra de la resolución: Cuba, Sri Lanka, Corea del Norte y Vietnam.
Del mismo modo, sólo cuatro países musulmanes votaron por la resolución: Costa de Marfil, Albania, Gambia y Nigeria El resto se abstuvo (incluida Turquía) o ausentaron.