Cantar de gesta

Los cantares de gesta fueron especialmente numerosos en Francia, donde probablemente eran compuestos en su mayoría por clérigos instruidos.

En esta batalla perece el héroe del cantar, Roldán, y su deuteragonista Oliveros, por confiar demasiado en sus propias fuerzas para repeler la agresión.

Las chansons de geste francesas estaban escritas en decasílabos o, más tardíamente, en alejandrinos asonantados (en los primeros tiempos) y luego consonantados (en sus últimas manifestaciones) agrupados en largas tiradas de extensión variable.

La recitación de estos largos poemas podía durar varios días seguidos.

Las copias conservadas, que como se indicó anteriormente se deben a escribas probablemente bastante posteriores, en muchos casos están redactadas en anglo-normando, aunque ello no prejuzgue que los cantares estuvieran escritos originalmente en dicha lengua.

El acto épico por excelencia es el acto guerrero; la narración del combate en sus diferentes etapas es casi constante: el encuentro de débiles fuerzas cristianas contra multitudes paganas, asaltos a lanza o espada, hazañas de fuerza y heridas, etcétera.

Es ejemplar por su fidelidad a su señor y es elegido por su perfección para representar siempre una colectividad cuya existencia está en juego.

Los otros personajes poseen papeles definidos: son confidentes, traidores, enemigos, ayudantes, etcétera.

Están en la narración para subrayar el heroísmo y las virtudes del héroe principal.

Cada ciclo comprende unos poemas épicos que se desarrollan en torno al mismo héroe o miembros de su familia.

Menor importancia tuvieron el Mainete (del que hay un testimonio inserto en la Gran conquista de Ultramar) y algunos otros.

Faltó una personalidad que aglutinara las muchas leyendas y tradiciones históricas disímiles o divergentes en poemas cohesionados y extensos, o porque fueron leyendas que surgieron de forma demasiado tardía, ya en época renacentista.

Folio 1.º recto del Cantar de mio Cid