Carlomagno pregunta a su esposa si algún rey lleva una corona mejor que él.
Para indignación suya, ella responde que el emperador bizantino (ficticio) Hugo usa una mejor.
Allí conocen a Hugo, un rey muy apuesto y glorioso, de pie sobre un arado dorado.
Olivier dice que puede dormir con la hija de Hugo cien veces durante una sola noche, Turpín afirma que puede hacer malabares con manzanas mientras está de pie con cada pierna sobre un caballo diferente, y así sucesivamente.
Al día siguiente, ante estas bromas, Carlomagno y sus pares se retiran avergonzados a sus aposentos.