El cambio del rol de los cruceros acorazados, desde un pequeño, fuertemente blindado y armado buque, que podía sustituir a un acorazado en determinadas circunstancias, cambiaron hacia un buque rápido y ligeramente blindado, con la misión de atacar las rutas comerciales, aceleraron rápidamente su obsolescencia.
Se señaló específicamente que el armamento principal debía ser capaz de disparar a proa y popa.
Las especificaciones para el Texas eran muy similares, pero se preveía una artillería principal compuesta por dos piezas de 305 mm y un blindaje ligeramente más grueso.
[Nota 2] En esos nueve años, las estrategias y la tecnología naval cambiaron totalmente, lo cual dejó al USS Maine un futuro incierto dentro de la Marina.
En una década la estrategia había cambiado debido al comercio, ya que se demandaban naves más rápidas y ligeras, evitando la colocación de protección blindada donde fuera prescindible.
Sin embargo, la distribución de pesos del Maine no estaba bien equilibrada, lo que lo convertía en un buque considerablemente más lento.
Esto, se hizo según las instrucciones del ingeniero jefe, A. W. Morley, por lo que el cilindro de baja presión podría ser desconectado cuando el buque estaba en baja potencia, lo que permitiría a los cilindros de alta y media potencia para funcionar juntos como una máquina compuesta por en modo económico.
[26] Este aparejo estaba limitado a dos tercios de la fuerza indicada para su tonelaje y sección sumergida.
[31] También tenían capacidad para cargar en cualquier ángulo en que se encontraran los cañones con respecto al eje de buque.
Debido a la escora del buque cuando apuntaba toda su artillería principal en una sola banda, se reducía notablemente el alcance máximo de dichos cañones.
[38] Dos fallos aparecieron en el blindaje del Maine, siendo ambos debidos a la evolución tecnológica entre la puesta de la quilla en grada y su terminación.
No mucho tiempo después, un reportaje escrito en la revista Arquitectos e Ingenieros Navales de la Marina, decía literalmente:
La compañía Bethlehem Steel Company se había comprometido con la marina a entregar 300 toneladas al mes hasta diciembre de 1889 y había encargado fundiciones y prensas de forja pesada a la empresa británica Armstrong Whitworth en 1886 para poder cumplir con la fecha contratada.
En respuesta, el secretario general de la marina Benjamin Tracy, firmó un segundo contrato con la recientemente ampliada Homestead Steel Works.
[42][43] Sin embargo, Homestead fue, lo que el autor Paul Krause llamó, "el último reducto sindical en las acerías del distrito de Pittsburgh".
266 hombres perdieron la vida en la explosión o poco después, y otros ocho a consecuencia de sus heridas.
El capitán Sigsbee y la mayoría de los oficiales sobrevivieron a la explosión, ya que sus dormitorios estaban en la parte trasera del buque.
[51] El New York Journal y el New York World, propiedad respectivamente de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dieron al hundimiento del Maine una intensa cobertura informativa, pero usaron tácticas que posteriormente serían etiquetadas como "prensa amarilla".
Durante la semana siguiente al hundimiento, el Journal dedicaba ocho páginas y media a noticias, editoriales e imágenes sobre la tragedia.
"[53] El World, aunque sin llegar a los estridentes niveles y tono del Journal, entró sin embargo en una teatralidad similar, insistiendo continuamente en que el Maine había sido bombardeado o minado.
También se achacó a las autoridades españolas que no hubieran garantizado la seguridad del puerto de La Habana.
Según el reconocido General Ethan Allen Hitchcock, en 1854 al contemplar su retiro del ejército estadounidense, advertía:[56] Sin embargo, creó una atmósfera que prácticamente impedía una solución pacífica.
[70][71] El capitán Sigsbee había escrito que "Muchos oficiales españoles, incluidos representantes del General Blanco, están ahora con nosotros para expresarnos sus condolencias.
Rickover publicó en 1976 un libro acerca de esta especulación, titulado How the Battleship Maine Was Destroyed.
Cuando el almirante Rickover preguntó a los historiadores si podrían investigar el hundimiento, estos, ahora intrigados por el suceso, estuvieron de acuerdo.
Conociendo la "insistencia en el rigor" de Rickover, según Wegner, se obtuvieron y estudiaron todos los documentos pertinentes.
Sin embargo, explicaba Wegner, mientras que la antracita no está sujeta a la autocombustión, el carbón bituminoso es considerablemente más volátil.
Añadían que los datos utilizados por AME concernientes al diseño y almacenamiento de munición del Maine eran defectuosos.
[87][88] Durante varios años, el Maine permaneció hundido en el puerto de La Habana, aunque era evidente que en algún momento debería ser retirado.
[98][99] En 1913, el Monumento Nacional al USS Maine diseñado por Harold Van Buren Magonigle fue realizado en la ciudad de Nueva York.