Los proceláridos (Procellariidae) son una familia de aves marinas pelágicas del orden de las Procellariiformes que agrupa a los petreles (o patines), pardelas, fardelas, abatros marinos, fulmares, rurus y patos petreles.
[3][4] (véase también Paíño Boreal), y la edad molecular debe ser considerada extremadamente tentativa.
La familia procellariid es usualmente dividida en cuatro grupos bastante distintos; los petreles fulmares, las fardelas, los priones, y las pardelas.
La taxonomía más tradicional de la familia, particularmente la división en cuatro grupos, ha sido re-evaluada por estudios recientes.
Las procelláridas son aves marinas que se reconocen como de pequeño a mediano porte.
No presentan dimorfismo sexual, aunque las hembras tienden a ser más pequeñas.
[10] Como todos los Procellariiformes, las procelláridas tienen un característico tubo nasal que es usado para olfatear.
El plumaje de las procelláridas es usualmente embotado, con colores generalmente grises, azules, negros y marrones, aunque algunas especies tienen patrones llamativos (como el petrel damero).
La mayoría usa dos técnicas para hacer esto, denominadas, vuelo dinámico y planeo orográfico.
El segundo es más sencillo: las procelláridas atacan el viento, ganando altura, desde donde pueden planear hacia el mar.
[12] Las fardelas se suelen alimentar en el aire, aprisionando a la presa sin aterrizar en el agua.
[15] Entre los cuatro grupos, el de los petreles fulmares tiene una distribución polar, ya que la mayoría de sus especies vive en torno a la Antártida; y la otra minoría, el fulmar boreal vive en el océano Atlántico y norte del Pacífico.
Los priones están restringidos al océano Antártico, y las fardelas se encuentran principalmente en los trópicos con algunas especies de clima templado.
[17] El mecanismo que usan para guiarse es muy poco conocido, pero experimentos donde individuos son retirados de sus colonias y enviados en avión a lugares remotos han demostrado que son capaces de regresar a casa con una notable precisión.
Una pardela pichoneta liberada en Boston retornó a su colonia en Skomer, Wales, en tan sólo 13 días, en un viaje de por lo menos 5150 kilómetros.
Otra forma de obtener alimento es sumergiéndose, tal como lo suelen hacer, principalmente, las fardelas, que se lanzan en vuelo hacia las profundidades.
Aquellos que se alimentan en la superficie dependen de que su propia presa esté cerca de la superficie, y por esta razón las procelláridas algunas veces se encuentran en asociación con otros predadores o convergencias oceánicas.
Estudios han demostrado una fuerte asociación entre diversos tipos de aves marinas, incluyendo a la Pardela Pacífica con delfines y atunes, los que empujan la presa hacia la superficie.
Esta técnica es a veces usada en conjunto con un método conocido como hidroplaneo donde el ave sumerge su pico bajo la superficie del agua y se impulsa hacia adelante con las alas y patas como si estuviera caminando sobre el agua.
Esas colonias varían en tamaño desde sobre un millón de aves hasta algunos pocos pares, y pueden estar densamente concentrados o ampliamente espaciadas.
En las latitudes más altas, existen ventajas térmicas de anidar en madriguera, ya que la temperatura es más estable que en el exterior, debido a la baja de la sensación térmica debido a la velocidad del viento.
La filopatría natal, que es la tendencia a anidar cerca del lugar donde rompieron el cascarón, es muy fuerte entre todas la proceláridas.
Un par de fulmares boreales ha criado como pareja en el mismo sitio durante 25 años.
Los petreles fulmares, que anidan en la superficie y arriban a sus colonias durante el día, hacer uso de un repertorio de estereotipos conductas como cacareo, acicalarse, agitar la cabeza y picar, pero para la mayoría de las especies las interacciones cortejo se limitan a frotar sus picos en conjunto, en la madriguera y a las vocalizaciones realizadas por todas las especies.
Tal como muchas aves pelágicas, la mayoría de las proceláridas anida una vez por año.
Mientras más baja la latitud, muchas especies, aunque no todas, tienden a anidar continuamente.
Otras, de clima tropical, como la pardela del Pacífico, anida por temporada por razones desconocidas.
[44] Las proceláridas se ven amenazadas por especies introducidas en sus colonias, la pesca industrial, contaminación, explotación y posiblemente por el cambio climático.
[50] Las especies que se zambullen, especialmente las pardelas, son también vulnerables a la pesca de arrastre.
[55] Las organizaciones conservacionistas están trabajando con los gobiernos y las pesqueras para prevenir un mayor declive e incrementar las poblaciones dañadas de las proceláridas en peligro.