Más tarde, a mediados del siglo XIX, el naturalista norteamericano J. J. Audubon, marcó con la misma finalidad a algunos ejemplares de mosquero fibí, una pequeña ave insectívora migradora americana, esta vez con hilos de plata colocados en sus patas.
[3] En los años treinta del siglo XX, el anillamiento estaba ya implantado en veintidós países.
El anillamiento permite individualizar cada ejemplar de una especie o población determinada para posibilitar su seguimiento.
La característica común a todos ellos es que la captura de las aves se realiza por métodos inocuos para ellas.
Las aves que pasan por delante de la red no la ven debido a la finura del hilo y quedan enganchadas en ella.
Wisdom había ya sobrevivido al biólogo Chandler Robbins, que le colocó una anilla de seguimiento por primera vez en 1956.
Se cree que Wisdom ha puesto durante su larga vida entre cincuenta y sesenta huevos.