Este magnate eligió preferentemente retratos y paisajes, ya que prefería rodearse de temas relajantes.
Henry Frick inició su importante colección de arte tan pronto como comenzó a acumular su fortuna.
La familia no se mudó permanentemente de Pittsburgh a Nueva York hasta 1905.
Inicialmente, Henry Frick alquiló la casa Vanderbilt en el 640 Fifth Avenue, a la que trasladó una cantidad sustancial de su colección.
Su viuda, Adelaide Howard Childs Frick, sin embargo, conservó el derecho de residencia y continuó viviendo en la mansión con su hija Helen.
Otros maestros representados son: Cimabue, Duccio, Lazzaro Bastiani, Gentile Bellini (Retrato del dux veneciano Giovanni Mocenigo), Tiziano, Veronés (dos grandes alegorías procedentes de la Colección Orleans), Bronzino, Jan van Eyck, Hans Memling, Pieter Brueghel el Viejo (Los tres soldados), Van Dyck, Murillo (Autorretrato), y autores de los siglos XVIII y XIX como François Boucher, Jean-Etienne Liotard, Antoine Coysevox, François Girardon, Giambattista Tiepolo, Goya (La forja, Retrato del duque de Osuna), Thomas Gainsborough, Constable (el famoso paisaje El caballo blanco), Turner (El puerto de Dieppe), Whistler, Manet, Monet, Degas y Renoir.
Las piezas añadidas desde 1919 entrañan especial importancia en el funcionamiento del museo, pues se pueden prestar a otras instituciones y ello propicia el intercambio de obras para exposiciones temporales.
En su testamento el magnate Frick impuso la condición de mantener su colección unida, sin prestar ninguna obra a otros lugares.
Se estima que la estancia del fondo Frick en este edificio de estética brutalista durará dos años.