La cuestión del destino de estos niños está fuertemente vinculada con la religión fenicia y púnica, pero principalmente a la forma como los ritos religiosos fueron percibidos por los judíos en el caso de los fenicios o por los romanos durante los conflictos que los opusieron a los cartagineses.De hecho, el término «tofet» designa originalmente un lugar cercano a Jerusalén, sinónimo del infierno: ese nombre que procede de las fuentes bíblicas induce a una interpretación macabra de los rituales que se supone tuvieron lugar y corrobora una hipótesis compartida por los interlocutores que revelaron fuentes sobre los fenicios en general y sobre los púnicos en particular: la religión en Cartago era «infernal».En fecha más reciente, el imaginario colectivo ha sido alimentado por la novela de Gustave Flaubert Salambó (1862), cuyo nombre proviene del barrio donde fue descubierto el santuario.El cómic, que cuenta las aventuras de Alix escritas por Jacques Martin, retoma esta interpretación.Por mucho tiempo, el debate ha estado vivo y aún no existe un consenso amplio entre los diversos historiadores que han estudiado el tema.Todos estos restos, que provenían primitivamente del tofet, habían sido objeto de un cambio desde la Antigüedad y nadie estaba buscando un lugar específico donde pudiera encontrarse.En 1921, se descubrió la estela del sacerdote en el marco de unas excavaciones arqueológicas clandestinas, muy comunes en aquella época.La primera excavación estadounidense, dirigida por Kelsey y Harden en 1925, brindó una comprensión global de la organización del sitio.Estos han sido ampliamente estudiados y se descubrió que fueron colocados en las fisuras en el suelo.