[2] En el verano de 1934 surgió un conflicto en torno al Concierto Económico (el gobierno central pretendía modificar el régimen fiscal específico que tenía el comercio del vino en el País Vasco) lo que provocó una rebelión institucional de los ayuntamientos.
El gobierno con esta detención intentaba llevar la impresión a la opinión pública de que Echevarrieta había adquirido las armas para la revolución que llevaban anunciando hacía tiempo los socialistas, uno de cuyos dirigentes principales era su antiguo amigo Indalecio Prieto.
[7] En Guipúzcoa se declaró la “huelga general revolucionaria” el viernes 5 de octubre y el paro fue total, produciéndose escasos incidentes violentos (como tiroteos contra la fuerza pública, acciones de piquetes, cargas policiales, estallido de algún artefacto), excepto en Éibar y Mondragón, donde se produjo una auténtica insurrección armada.
Por otro lado, en Pasajes, en la noche del 8 al 9 de octubre, cuando la huelga había prácticamente acabado en toda la provincia y se volvía a la normalidad, se produjo un intenso tiroteo entre los revolucionarios, soldados y guardias en el que murieron seis personas, todas ellas insurrectos.
Esa misma mañana fue asesinado en la calle el dirigente carlista Carlos Larrañaga cuando volvía de la iglesia.
En la tarde del mismo viernes día 5 el dirigente socialista Toribio Echevarría negoció la rendición de los obreros sublevados.
[10] En Vizcaya el 5 de octubre unos 3.000 mineros ocupaban la zona minera sin encontrar resistencia porque las fuerzas de orden público se replegaron a Bilbao, sin que se registrase una sola víctima.
En los días anteriores a que estallara la insurrección concentró las fuerzas de la Guardia Civil en puntos estratégicos y poblaciones importantes, abandonando la zona minera, lo que le permitió controlar la zona de Baracaldo-Sestao, y también cortó todas las entradas a Bilbao con tropas del ejército y efectivos de la Guardia Civil y Guardia de Asalto, con lo que impidió que se produjera una marcha sobre la capital desde la zona minera (lo que intentaron unos 500 mineros de Somorrostro el día 5, sin conseguirlo).
En consecuencia casi todos los dirigentes del socialismo vasco (Indalecio Prieto, Julián Zugazagoitia, Guillermo Torrijos, Ramón Rubial y muchos otros) o fueron encarcelados o hubieron de exiliarse.
[14] En cuanto a la posible participación del nacionalismo vasco, el gobernador civil de Vizcaya acusó al PNV y a su sindicato SOV de haber colaborado en la insurrección en Vizcaya (no en Guipúzcoa), y, aunque se demostró que las pruebas aportadas eran inconsistentes, ordenó el cierre de los locales del PNV y del SOV y detuvo a la ejecutiva de Vizcaya durante los días siguientes (serían puestos en libertad sin cargos varias semanas después y los locales nacionalistas reabiertos).