En el paisaje urbano de España se puede observar cómo estos elementos industriales «han pasado a perfilar la silueta de nuestros pueblos, junto con las ya históricas iglesias y castillos».
[4] El llamado «problema triguero» afloró en Europa durante el primer tercio del siglo XX, agravado con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial que llevó a muchos estados a la intervención en los mercados con el objetivo de regular y estabilizar los precios.
[6] La compleja situación de continuos enfrentamientos entre la República y sus opositores, hizo del «problema triguero» un arma de enfrentamiento político, con unos años donde se presentan numerosas propuestas por parte de todos los sectores afectados (políticos, productores, economistas...) sin que llevaran a ningún resultado práctico.
En julio de ese año Dionisio Martín Sanz publicaba el artículo «Bases para el emplazamiento de una Red Nacional de Silos para el trigo» en la revista Economía y Técnica Agrícola, en el que anticipaba algunas ideas que inspirarían al Servicio Nacional del Trigo.
[12] En los años 1930 se asistía en todo el mundo a un proceso de intervención estatal en la agricultura, especialmente en los países totalitarios.
[18] Cuando el SNT comenzó su actividad en 1937 se limitó a alquilar los locales que necesitaba.
No sería hasta 1941 cuando empezó a considerar seriamente la construcción de la red.
[20] El artículo primero del decreto encomendaba al SNT el estudio, construcción y explotación de la Red.
[21] En esta década los avances fueron muy limitados, siendo 12 las unidades construidas hasta 1950 y la capacidad de 21 050 toneladas.
En las publicaciones oficiales y en foros nacionales e internacionales aparecía la construcción de la red como objetivo prioritario.
[26] En estos años hubo una gran actividad constructora, en especial en el periodo entre 1966 y 1970.
Se construyeron principalmente unidades verticales y silos metálicos, con una capacidad total de 971 020 toneladas.
[34] La Red Nacional de Silos ya no respondía a las nuevas circunstancias del mercado ni a los cambios regionales en el cultivo triguero —auge, por ejemplo, en regiones como Andalucía, frente al descenso en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Aragón—.