[1] Frecuentemente, este término se utiliza en relación con el agua dulce fácilmente accesible, independientemente del estado físico en que se encuentre, líquida o sólida, que pueda ser utilizada por el ser humano para satisfacer alguna necesidad, como el suministro de agua potable a la población, regadío o producción de energía.
El resto, alrededor del 3% del agua del planeta es agua dulce; si bien, no es fácilmente accesible, ya que en su mayor parte se encuentra en los casquetes polares o en los glaciares y solamente una pequeña parte del total, alrededor del 0,5% se encuentra en ríos y lagos[4]; es decir, se trata de agua dulce superficial disponible para su aprovechamiento directo como recurso hídrico, aunque hay que decir, que dicha agua no se distribuye de forma homogénea, ya que la cantidad y la disposición de los recursos hídricos varía enormemente dependiendo de la región geográfica.
En el extremo más crítico, en algunas partes del Medio Oriente, las disponibilidades están en torno a 136 litros por habitante y por día.
[5]Por último, mientras que en algunos lugares los recursos hídricos se malgastan, en otros resulta un bien particularmente escaso.
En estos casos las inversiones destinadas a recargar los acuíferos pueden ser muy convenientes desde el punto de vista económico.
China, por ejemplo, dispone ya de grandes conexiones entre cuencas, y planea realizar más.
A escala mundial, el agua no potable se utiliza para el riego y la refrigeración industrial.
Dependiendo del uso que se le piense dar a las aguas servidas deberán considerarse tratamientos previos.