Recarga artificial de acuíferos

Una vez almacenada en estos, puede ser extraída para distintos usos (abastecimiento, riego, frenar la intrusión marina, reducir la contaminación, regenerar ecosistemas, etcétera).

El agua puede proceder de ríos, depuradoras, escorrentía urbana, desaladoras o humedales entre otros orígenes, y se introduce en el acuífero mediante diversos dispositivos tales como zanjas, balsas o pozas (técnica más frecuente en el mundo), canales (segundo dispositivo más empleado), pozos, sondeos de inyección, etc.

Esta agua se almacena en el acuífero en cantidad superior a la natural, y sigue su circuito subterráneo, depurándose in itinere durante un periodo de tiempo variable.

En cambio, si esa cubierta vegetal se pierde (por ejemplo por un incendio), el agua resbala sobre el terreno desnudo, lo erosiona y se va a los cauces, en muchos casos provocando inundaciones aguas abajo.

Estas cifras exceden los 60 hm³/año,[7]​ al considerar los dispositivos ubicados en áreas forestales para la gestión hídrica paliativa (en general diques de laminación y recarga) y en zonas urbanas, si bien falta por incluir la infiltración que se lleva a cabo por el fondo de las grandes presas, que en España exceden en número las 1400.

Esto se debe a que los dispositivos de recarga son mucho menos costosos que las grandes obras hidráulicas y ofrecen resultados especialmente positivos en aquellas zonas donde no es viable aplicar otras técnicas de gestión hídrica complementarias.

Los dispositivos inventariados en España sobrepasan los 32, si bien no todos están operativos en la actualidad.

En el resto del arco mediterráneo e islas Baleares predominan los sistemas pasivos (no requieren electricidad) tales como pozos, galerías y balsas de infiltración, con abundantes diques de retención y boqueras en Levante.En Palma de Mallorca se han probado esquemas intermitentes (Crestatx) y recarga mediante sondeos profundos, sistema activo que requiere un consumo eléctrico.

Así mismo sigue estando escasamente considerada por los gestores hídricos del país, aunque su grado de implantación es creciente y las experiencias con continuidad están arrojando resultados positivos.

El análisis económico y la dimensión medioambiental de la técnica RAA (o MAR) refrendan su efectividad, su conveniencia y su buena adecuación a la realidad hídrica española del siglo XXI.

Esta técnica no debe ser entendida como una herramienta para controlar el medio, sino como un instrumento para actuar en las consecuencias de unas actividades mal planificadas en el pasado y/o planificar otras para el futuro más afines con el desarrollo sostenible.

Además, hay quien aboga por el mayor valor contingente de los elementos asociados con respecto a las grandes obras hidráulicas.

El uso de recursos hídricos para fines medioambientales sin duda suscitará controvertidos debates en un futuro inmediato.

Recarga artificial desde un canal para una zona regable
AR en un canal.