En 1999 los países que más utilizaban la energía nuclear eran Francia (con un 75 % de su electricidad generada en plantas de generación nuclear), Lituania (73 %), Bélgica (58 %), Bulgaria, Eslovaquia, Suecia (47 %), Ucrania (44 %) y Corea del Sur (43 %).
Según el OIEA se proyecta un incremento en la producción eléctrica mediante energía nuclear de un 17 % para 2020.
Generalmente se inicia debido a la preocupación por la energía nuclear, y suele incluir el apagado de las centrales nucleares a la vez que se promocionan otros combustibles o energías alternativas.
Luego del Accidente de Fukushima dicho abandono ha tenido más fuerza aun siendo la tendencia actual.
[6][7] Además la energía nuclear tiene una alta tasa de retorno energético sobre la inversión efectuada (TRE).
[14] En este país se construyó un reactor TRIGA de investigación y además el gobierno planifica construir una central nuclear entre 2016 y 2017 en Sidi Boulbra, en cooperación con la empresa rusa Atomstroyexport así como una planta desalinizadora nuclear en Tan-Tan, en la costa atlántica en cooperación con China.
[17] Varios grupos, incluyendo Earthlife Africa y Koeberg Alert se oponen a estas medidas.
En 1965 se construyó la primera central nuclear en España, la José Cabrera-Zorita, conectándose a la red eléctrica en 1968.
En los Países Bajos, en 1994, el Parlamento neerlandés, votó por el apagado después de una discusión sobre la gestión del gasto energético.
En 2005, esta decisión fue revocada y se ha iniciado una investigación sobre el suministro de energía nuclear.
Los estudios llevados a cabo por COMARE, Compete on Medical Aspects of Radiation in the Environment (Comisión sobre Aspectos Médicos de la Radiación en el Medio Ambiente), en 2003, no encontraron ninguna evidencia de relación entre la energía nuclear y la leucemia infantil.
Como reacción, en abril de 2005, se creó, bajo la Energy Act 2004, la Autoridad para las Desinstalaciones Nucleares (Nuclear Decommissioning Authority) (NDA) para garantizar que 20 localizaciones nucleares británicas del sector público fueran desinstaladas y limpiadas con seguridad y de forma que se protegiera el medio ambiente para futuras generaciones.
En 1998, el gobierno decidió no construir más plantas hidroeléctricas a fin de proteger los recursos hidráulicos nacionales.
Luego de unos años, se construyó Atucha II y la Central Nuclear Embalse.
Mientras no existen planes específicos para plantas nucleares en su territorio, el gobierno federal controlado por los conservadores está fomentando la expansión de hasta el 5 %, limitadas por los altos costes.
El abandono de la energía nuclear se decidió en Suecia en 1980, en Italia en 1987, en Bélgica en 1999 y en Alemania en 2000.
Austria, los Países Bajos, Polonia y España, han promulgado leyes para no construir nuevas plantas nucleares.
Los políticos antinucleares manifiestan preocupaciones medioambientales con la energía nuclear como argumentos para el apagado.
Accidentes nucleares en el pasado, incluidos los de algunas plantas para energía civiles, han dejado escapar contaminación radiactiva.
En este proceso y en el pasado, grandes cantidades de desperdicio radioactivo, han estado siendo arrojados al mar.
Se ha especulado frecuentemente sobre que las plantas de energía nuclear pueden ser objetivos para las acciones terroristas.
En algunos países no está decidido quién debe pagar por la supervisión de las áreas en las que se almacenan los residuos nucleares.
Otro argumento contra la energía nuclear es su estrecha relación potencial entre los usos civiles y militares (los cuales en la mayoría de los países se mantienen estrictamente separados).
Contrarios a la energía nuclear argumentan que no es posible discriminar entre el uso civil y el militar, y que, en consecuencia, la energía nuclear contribuye a la proliferación de armas nucleares.
Esto ha sucedido en Israel, India, Corea del Norte, Pakistán y la Unión Sudafricana (que posteriormente obtuvieron sus armas nucleares).
Recientemente se ha producido un interés renovado en la energía nuclear como una solución al agotamiento de las reservas petrolíferas y al calentamiento global ya que la demanda de electricidad está incrementándose y la energía nuclear no genera virtualmente gases de efecto invernadero, en contraposición a las alternativas habituales tales como el carbón.
Se ha reivindicado la energía nuclear como una solución para el efecto invernadero (por ejemplo, «las nucleares son verdes»).
Los reactores nucleares no emiten gases con efecto invernadero o cenizas durante su funcionamiento normal; sin embargo, la minería y el proceso de uranio sí implican emisiones.
Ellos señalan que el ejemplo natural del Oklo, repositorio natural de residuos nucleares, en el que tales residuos han estado almacenados durante aproximadamente 2 millardos de años con una contaminación mínima del ecosistema circundante.
Ellos remarcan que tal accidente no hubiera ocurrido con reactores occidentales, los cuales son, con mucho, los de diseño más común.