Se han propuesto varios métodos para depositar el material en el fondo oceánico, incluyendo su embalado en hormigón y lanzándolo mediante torpedos diseñados para incrementar la profundidad de penetración (sistema que fue utilizado por el Reino Unido)[cita requerida], o depositándolo en contenedores en tubos de perforación con técnicas similares a las usadas en la exploración petrolífera.
El agua absorbe toda la radiación en un radio de pocos metros siempre que los residuos continúen containerizados.
Además, el establecer una estructura internacional efectiva para desarrollar, regular y controlar el repositorio del fondo marino sería extremadamente difícil.
Siguiendo consideraciones técnicas y políticas, la Convención de Londres prohíbe el vertido de materiales radioactivos en el mar, sin hacer distinción entre residuos arrojados directamente al mar y residuos enterrados bajo el fondo marino.
La prohibición permanecerá vigente hasta el año 2018, en cuya fecha esta opción será revisada a intervalos de 25 años.