Realizó diferentes acciones armadas en las que mató a nueve personas, entre directivos y trabajadores.
La central nuclear fue construida por la empresa eléctrica Iberduero S.A. (posteriormente Iberdrola, tras la fusión en 1992 con la empresa Hidroeléctrica Española), pero cuando las obras finalizaron y se disponía a su puesta en funcionamiento (tan solo faltaba la introducción del combustible nuclear), fue paralizada y posteriormente desmantelada, costando ese proceso un total de 6000 millones de euros (998.316 millones de pesetas) [cita requerida].
Pero el apoyo rotundo al proyecto por parte de los principales partidos políticos impidió que se tuvieran en cuenta las protestas ciudadanas que exigían un referéndum para decidir sobre el futuro de la energía atómica en el País Vasco.
Oficialmente la central dejó de construirse por la moratoria nuclear establecida en toda España desde el año 1984.
A finales de los 60, el estado franquista aprobó el primer plan energético nacional y optó por entrar en la era nuclear.
El PSOE mantuvo una postura ambigua respecto al asunto, contraria en un inicio, con declaraciones de políticos vascos como Txiki Benegas, pero posteriormente favorable, con declaraciones del entonces ministro de Cultura del primer gobierno socialista, Javier Solana.
[cita requerida] El PNV defendía la construcción de la central, pues suponía la casi total independencia energética vasca, argumento que poco antes habían defendido sectores de la izquierda nacionalista, y la recaudación de todo el IVA derivado del posterior consumo energético en beneficio del País Vasco, en virtud del concierto económico.
Lemóniz quedó así como la única central nuclear cuyo proyecto de construcción avanzaba en la zona del País Vasco.
Es entonces cuando la banda terrorista ETA se unió a la causa antinuclear, la cual suscitaba gran apoyo popular, y entra en la lucha contra la construcción de la central.
Uno de los etarras, llamado David Álvarez Peña, resultó herido y murió un mes más tarde, en el hospital.
ETA concedió un plazo de una semana para que la central fuese demolida, amenazando con asesinar al secuestrado.
A pesar de que una gran manifestación recorrió Bilbao solicitando la liberación del ingeniero, una vez transcurrido el plazo del ultimátum, ETA acabó con la vida de Ryan, causando una fuerte conmoción e indignación social, y la primera huelga contra ETA[cita requerida].
Sin embargo, un mes más tarde, el PSOE ganó las elecciones generales y no volvió a reanudar las obras.
En 1984, el gobierno del PSOE decretó la moratoria nuclear, que produjo la paralización de las obras de tres nuevas centrales nucleares que se estaban construyendo en España (Lemóniz en Vizcaya, Sayago en Zamora y Valdecaballeros en Badajoz).
[10] A comienzos del siglo XXI no quedan en el lugar más que los grandes edificios vacíos.
[3][4] En 2023 el gobierno vasco anunció que las obras para la piscifactoría empezarían a finales de ese año.